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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Un santo obispo y la memoria histórica

Don Santos Moro Briz, obispo que fue de Ávila, tiene fama de santo. No así otros Santos. Arcadi Espada publica sobre él un artículo en El Mundo que merece ser conocido de los lectores del Blog.

http://www.elmundo.es/opinion/2014/11/14/54664c08268e3e4e078b4571.html

Porque refleja bien la actitud de la Iglesia en aquellos años trágicos de nuestra guerra civil. Cierto que Don Santos Moro no representa a todos los clérigos de la época pero ciertamente no fue un caso excepcional. Y al obispo de Ávila acababan de asesinarle a un hermano sacerdote. La instrucción pastoral a su clero, en días de venganzas humanamente comprensibles, me parece ejemplar. No soy un experto en esa época pero conozco más casos de obispos ejemplares al respecto. Pildain en Canarias, Olaechea en Pamplona, Gomá en Toledo, Quiroga en Orense antes de llegar a obispo… Seguro que hubo algún clérigo impresentable pero bueno es que se presente a quienes fueron representantes insignes de misericordia y perdón.

En ambas zonas hubo asquerosos asesinatos. Reprobables. Pero creo que hay una gran diferencia entre las muertes en una y en otra zona. En la republicana prácticamente todos fueron miserables asesinatos. Podemos exceptuar contadísimos casos de ejecuciones de acuerdo con la ley vigente. Como en los casos de los generales Fanjul, Goded y poquísimos más. A los otros, a todos los otros, se les mató por ser obispos, sacerdotes, religiosos, monjas, porque iban a misa, tenían una buena posición social, eran miembros de partidos de derechas, militares o hasta simples suscriptores del ABC. Ninguno, o escasísimos, habían hecho mal a nadie. En la otra también se asesinó a personas por ser alcaldes, concejales, diputados o simples militantes de partidos de izquierda. Sin juicio alguno y en algunos casos, si hubo juicio, peor. Porque unas ideas políticas no justificaban la muerte. Pero muchos de los muertos lo fueron en venganza de crímenes que habían cometido, atroces todos pero muchos de ellos con un encarnizamiento que no se da ni entre las fieras y que los hijos, padres, hermanos de los que habían asesinado perpetraon con los asesinos. No lo voy a justificar pero lo puedo comprender. Y otros muchos fueron ejecutados por los crímenes que habían cometido. No es lo mismo.

Han pasado ya setenta y cinco años, más o menos, de aquellos sucesos. Apenas quedará ya nadie, nonagenarios o centenarios todos, que haya participado en aquellos hechos. Tengo setenta y cuatro años. Mi abuelo materno fue asesinado en 1936 pero yo nací cuatro años después. Y nunca se me educó en el odio. Me parece deplorable que algunos intenten hoy renovarlo. Y más contra la Iglesia que fue mártir de todo aquello. Doce obispos, siete mil sacerdotes y religiosos, casi trescientas monjas asesinados son una cifra espantosa. Pues ante eso, pese a eso, la Iglesia reaccionó como Santos Moro Briz, ejemplar obispo de Ávila. Creo que es bueno conocerlo.    

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