«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Una simpática anécdota del Papa

Pero que tiene su miga. Hay personas simpáticas y antipáticas por naturaleza. Lo son permanentemente o casi. Las hay que administran simpatía o antipatía deliberadamente. Son selectivos. Para unos todo, o nada. Terminan notándoseles mucho. Y no suelen quedar bien a la larga. No voy a entrar en caracterizar al Papa Francisco en alguno de esos esterotipos. Allá cada cual si quiere hacerlo.

Este Papa, nuestro Papa, el mío también sin la menor duda por mi parte, prodiga encuentros de los que trascienden anécdotas que unas serán ciertas y otras tal vez no. De la que voy a referir sólo aseguro que ha trascendido. Haya ocurrido o no, que yo no estaba allí.

Un sacerdote se acerca a saludarle y le dice que reza mucho por él. El Papa le mira, dicen que sonriente, y le pregunta:

-¿A favor o en contra?

Si verdaderamente ocurrió no cabe duda de que es gracioso el hecho. E indicaría una realidad de la que el Papa es, al parecer, muy consciente. En línea con lo que González Faus refirió de un obispo al que Francisco le pidió que rezara por él pues la derecha eclesial estaba despellejándole.

En esa derecha eclesial, el Papa afirmó que él no era de derechas, hay gente «pa to». Abundantes paranoicos, protestantes reales aunque se declaren los más firmes seguidores de Trento, y muchos católicos ejemplares, desde cardenales a laicos, fidelísimos a la Iglesia. Luego está el Centro Democrático y Social, que ni sabe lo que es ni lo que quiere y que mañana se apuntará a blanco siendo hoy negro. o viceversa, sin enterarse de nada y prácticamente sin actividad neuronal. Y por último tenemos a la izquierda de la Iglesia que aborrece todo lo que ésta ha sido en dos mil años y presta siempre a dinamitar lo que queda de ella con el aplauso de todos los que odian a la esposa de Cristo.

El Papa siempre había tenido con él a la derecha, salvo los cuatro residenciables en Ciempozuelas, y más o menos al Centro Democrático y Social. Mientras que gozaba de la aversión de la izquierda. ¿Ha cambiado hoy el panorama? ¿Está con el Papa lo peor o, lo que sería más grave, está el Papa con eso?

Creo que es positivo que el Papa Francisco se haya dado cuenta de que hay parte de la Iglesia que está preocupada con su línea. Y que, la mayoría desde el respeto, los locos no cuentan, así lo van expresando. En conversaciones privadas y algunos ya en los medios. El lío está verdaderamente armado y da la impresión de que el Papa es ya consciente de ello. ¿Qué hará ahora? Yo no lo sé. Y seguramente sólo Dios y él. Quiera Cristo, de quien el Papa es su vicario en la tierra, que el lío se recomponga y la Iglesia vuelva a ser la casa segura donde sus hijos viven felices y no un lío monumental al que no se le ve salida positiva alguna.  Porque hay algo que es imposible, que el Papa sea el abanderado de quienes quieren destruir la Iglesia.

El sacerdote de la anécdota estuvo bien. Le dijo al Papa que rezaba por él. Como debemos hacer todos. Y más en días difíciles. El Papa le respondió con buen humor. Haciendo una gracia. Dios quiera que la gracia sólo se quede en eso. Y que el Santo Padre confirme en la fe, no en el lío, a la Iglesia. Que para eso está.  

  

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