Han llevado al Sínodo a una pareja australiana que que habló al los padres concilares de la acogida familiar al hijo gay y su pareja. No voy a culpar al Papa de nada. No tendría ni idea de quien era ese matrimonio. Supongo. Pero ni que elegido adrede. Que es lo más probable. Levantaron el entusiasmo de unos cuantos padres conciliares que aplaudieron entusiasmados. No sabemos si muchos o algunos. A estas alturas me temo lo peor. El cardenal Burke ha protestado ya del intento de convertir las familias en nuevas Sodomas. Pero parece, o dicen algunos, que el cardenal está en desgracia ante el Papa Francisco.
No voy a entrar en lo que sostiene el matimonio australiano, ni en la réplica del cardenal Burke. Tampoco especularé sobre si el Papa estará encantado o no con esa tesis, ni sobre los obispos aclamantes o si el cardenal Coccopalmerio entró o no en éxtasis ante tanta misericordia. Aunque ciertamente me haya hecho una idea últimamente sobre este cardenal. Mala, por supuesto. Tampoco es dogma católico la santidad de los cardenales. Ni su inteligencia. Piensen por ejemplo en Bertone.
Me limitaré a señalar que el matrimonio Pirola (sic) en mi Galicia natal tendría que cambiarse el apellido si no quisiera ser objeto de burla general. Aunque sea tan apropiado a sus ideas. No voy a decirles lo que Pirola significa en gallego. Que luego alguien me reprocha ser soez y barriobajero. En internet lo encontrará quien quiera. Los Pirola, ja, ja,ja. O como escriben los jóvenes XD. Si es que lo que mal empieza, mal acaba. Los Pirola en el Sínodo. No podían sostener otra cosa.