«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La sobrina de Ana Botella dicen que quiere meterse a monja

No dicen que quiere, se ha metido.

http://www.elmundo.es/loc/2014/10/03/542d789aca4741f3308b456c.html

Es ya postulante en el Mater Salvatoris. Venticuatro años, concluido el E3 de ICADE, con un brilante porvenir ante sus ojos, ha preferido a Dios.

Cierto que está sólo en el inicio de una vida religiosa que puede interrumpirse pero quien ha tomado esa decisión no es una adolescente voluble sino una mujer que sabe lo que quiere y lo que deja.

Hay vocaciones a la vida religiosa. Cierto que muchas menos que antes pero las hay. Y hoy ya no son desertoras del arado, o del servicio doméstico, como muchas lo fueron antes. Jóvenes con estudios, no pocas incluso superiores, de buena o excelente posición económica bastantes, el convento no es una mejora de situación social ni una huida del hambre o de muy duras condiciones de trabajo. A los ojos del mundo van a peor, a mucho peor, a los de Dios han escogido la mejor parte.

Y entra en el Mater. Una congregación de hábito riguroso y reglas que se observan. Es curioso que un altísimo porcentaje de las escasas vocaciones femeninas españolas van precisamente a institutos observantes, con hábito… No tengo datos al respecto pero diría que seguramente más deñ noventa por ciento de las que deciden entrar en religión van a esas congregaciones: Iesu Communio, Santa María del Sagrado Corazón, Mater, hermanitas de la Cruz, Ancianos Desamparados, «maravillosas», clarisas de Soria… Ahí hay vocaciones. Generalmente cada año son más y si alguno disminuye es en mucha menor proporción que la generalidad de las otras. Estas viven y las otras mueren. El remedio parecería fácil. Imitarlas. No lo harán. Antes muertas que observantes. Pues allá ellas. En la situación a las que muchas han llegado lo mejor es que desaparezcan cuanto antes. Y ya saben, porque hasta la más lerda lo ve, que es cuestión de muy pocos años.

Sólo me queda pediros, a los que queráis, que encomendéis hoy a Dios la vocación de esta joven para que quien comenzó en ella la obra buena, Él mismo la lleve a término.

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