La bochornosa intervención de los Franciscanos y Franciscanas de la Inmaculada, más de un año en régimen policial de terror sin que nadie haya podido justificar el por qué, ha dinamitado la palabra misericordiear convirtiéndola en una burla. Y no más o menos inocente sino verdaderamente cruel. Es la más acabada representación de aquello de consejos vendo que para mí no tengo que inevitablemente evoca mucho más a una parodia que al Evangelio de Cristo. Y la hipocresía, antes o después, hunde cualquier prestigio por elevado que fuera.
Hoy se sabe todo, se habla de todo y el ocultismo termina volviéndose contra quienes lo practican. La protesta por lo que se está haciendo con esta congregación, tanto en su rama masculina como en la femenina está en todos los idiomas. Hoy os enlazo un artículo bastante esclarecedor de esa injusticia que clama al cielo y que está dejando a unos cuantos eclesiásticos en la triste condición de canallas. Porque su proceder es verdaderamente canallesco.