«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La gaceta de la semana

De la celebración ‘antiwoke’ de la selección española a la nueva ‘ley antibulos’ de Pedro Sánchez

Dani Carvajal y Álvaro Morata durante la celebración de la Eurocopa - EP

Vuelve España. Cuando algunos pensábamos e incluso escribíamos sobre la decadencia de una juventud confundida entre la nebulosa del sistema educativo público, el reguetón y tiktok, el balompié nos reveló otra realidad. En las calles de toda España (también en Cataluña, mal que le pese al catalanismo), multitud de adolescentes celebraban la victoria deportiva y algo más. Lo sucedido aquella noche del domingo y al día siguiente en Madrid fue un duro golpe a esa antiespaña que tantos políticos y periodistas han abonado durante los ya largos años de madurez y depresión del régimen democrático. Concluyo, pues, que hay una nueva generación refractaria al discurso gris y envenenado de la izquierda y los nacionalismos cantonales, esos dos socios. Antes de que algún tristón pueda decir que el fútbol no nos da de comer, el opio del pueblo y tal, afirmo que nos da otro alimento, el que nutre los españoles ánimos, que no es poco. Como dijo el Rey, «a España le hacía falta una alegría, sois un orgullo para este país».

Mohína progresía. Mientras Televisión Española retransmitía a lo grande la fiesta en Madrid, los tristes progres, que como tales sólo pueden hacer cosas tristes, iban ya sembrándose en las redes sociales. Esperaban contemplar el habitual aquelarre feminista, antifascista y demás etiquetado fraudulento. La grotesca costumbre de politizarlo todo, manosearlo y dejarlo como una boñiga woke. Pero resultó la fiesta un alborozo de banderas, vivas a España y reivindicación del Peñón de Gibraltar. Era extraño y divertido ver aquello en la tele sanchista, un fallo en Matrix. Si bien, como decíamos, la máquina del fango se había puesto en marcha ya la noche anterior. El monaguillo Papell escribía: «Lo que más me entusiasma de nuestros goles es el cabreo monumental de Abascal y sus racistas. Los menas son el futuro de este país». Y los Jóvenes de Izquierda Unida publicaban: «Hoy levantaremos la bandera republicana y marroqui [sic] para celebrar la victoria de nuestra selección. ¡Felicidades a todos los que celebran sin símbolos fascistas! Y felicidades a todos los marroquis [sic] que apoyan al joven talento de Lamine Yamal!». Yo pensaba que era español, pero estos comunistas lo tienen por extranjero.

Enemigo público. Sobre Carvajal se abalanzaron las hordas izquierdistas. El defensa, como otros jugadores de la Selección, había saludado a Sánchez con gesto serio. También el «racializado» Yamal hizo lo mismo, pero alguien desde arriba decidió que el madrileño debía ser el blanco de la inquina. Además, el jovencísimo delantero de Mataró ya no les servía, lo habían usado para su campaña pro-menas. Ahí pudo verse, en carne viva, el material de qué está hecha esta izquierda. El corrupto estado de unas cabecitas colmadas de ideología. Diferentes medios han publicado el precio del bañador de Cucurella o la riqueza de la familia de Morata. En cuanto a Carvajal, El País estaría en la labor de difundir información sobre su patrimonio y negocios. No pueden consentir la más mínima contestación al líder, ni una cara seria. Parece que los jugadores le vetaron la entrada al vestuario, bravo muchachos, hay que guardarse de los fantoches.

No es el qué, sino el quién. Cuando Carvajal apareció sobre el escenario celebrativo sin camiseta (luego se la puso) la mojigatería progre lo tildó de «masculinidad tóxica». Sin embargo, a esa misma caterva le parecía muy bien que en las manifestaciones por el orgullo sexual desfilaran hombres en pelota picada.

Dos días ha durado la alegría por la victoria. Hay mucha gente y gruesos intereses que no van a descansar hasta ver a este país sumido en el marasmo político, rendido y pobre de espíritu. Sin nada que celebrar, empantanados en cuestiones intrascendentes. Así se construye el sanchismo.

Luis de la Fuente. Mientras escribo esto, un grupo de jovenzuelos, sentados en la terraza bajo mi casa, entonan «ser bohemio, poeta y ser golfo me va / soy cantor de silencios que no vive en paz / que presume de ser español donde va». Es la pieza Quijote, de nuestro gran Julio Iglesias, que el todavía seleccionador nacional, micrófono en mano y no muy afinado, todo hay que decirlo, reivindicó durante el festejo. Digo todavía porque preveo una campaña también contra él, declarado católico, taurino y españolazo libérrimo. Al tiempo.

Y mientras tanto, en Cataluña. Datos de audiencia televisiva indican que en esta comunidad autónoma estaba todo quisqui enganchado a la final de la Eurocopa. Cuota de pantalla del 76,4% (78,7% en el conjunto de España). Estas cifras no contradicen lo que viene reflejando hace tiempo el barómetro catalán (CEO): los jóvenes son ya la generación más españolista, tras la epidemia indepe de la pasada década. Hoy, tan solo el 8% está a favor de que «Cataluña se convierta en un estado independiente».

Mintiendo que es gerundio. Ya nada sorprende del líder del PSOE. Tampoco que unos cuantos millones de españoles le sigan cuales niños al flautista de Hamelin. Su sobreproducción de bulos resulta magnífica, no conoce rubor ni freno. Veamos que soltó esta semana en Cortes este estajanovista de las fake news: «Cada año se producen en nuestro país miles de bulos, que se comparten un 70% más rápido que las noticias verdaderas. […] Esos bulos han logrado que el 18% de los españoles considere que la economía española está en crisis. […] O que el 34% de los ciudadanos tema que alguien okupe su casa». Un par de datos verdaderos: tenemos la tasa de paro más alta de la Unión Europea (12,29%). Y casi 13 millones de personas están riesgo de pobreza o exclusión social (26,5% de la población), según noticiaba la misma RTVE. Sobre las locas preocupaciones de los españoles por el fenómeno de la okupación, éste se ha incrementado de forma alarmante, favorecido por el decreto anti desahucios y la Ley de Vivienda socialistas.

ERE que ERE. «Otra de nuestras iniciativas parlamentarias exigirá la prohibición de los indultos para los delitos relacionados con la corrupción», decía Sánchez en 2016. El mayor robo de dinero público en democracia ha quedado impune gracias a siete togados nombrados por el gobierno socialista. Tras la satisfacción, el PSOE de Andalucía publicaba: «Gracias, Manuel Chaves. En nombre de todos los que han sido objeto de LaGranCaceriaDelPP, ha salido hoy para defender el honor y la dignidad del PSOE de Andalucía». Honor, dignidad y 680 millones de euros menos para los trabajadores andaluces, oigan.

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