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LA GACETA DE LA SEMANA

De las monstruosas realidades de Cataluña al tabernario Iglesias

Carles Puigdemont. Europa Press

Puigdemont desencadenado. A un pueblecito galo llegó esta semana una caravana de extranjeros procedentes de una nación meridional, oprimida por la incivilizada España. Hablaban una lengua proscrita, usada solo en las casas y susurrando por temor a la represión. A riesgo de sus vidas civiles, estos valientes cruzaron la frontera (no sabemos si alguno lo hizo escondido en el maletero o dentro de una urna electoral) para ver, escuchar, tocar incluso al hombre del momento. Aunque pareciera mentira, el cruel Gobierno de Sánchez no había conseguido doblegar al héroe catalán del siglo veintiuno, el nuevo Casanova (no nos referimos al célebre asaltacamas italiano, sino al patriota antiborbónico). A pesar del reiterado acoso internacional, de leyes inhumanas y durísima represión en Cataluña, ha resistido con perseverancia estos años de exilio, cantando country y haciéndose llegar, con grave peligro del correo, fuets y salchichones de Vic. Se dice que Moncloa llegó a enviar, aprovechando su paso por allí, a un agente gordinflón a Suiza, seguramente armado con una pata de jamón ibérico con mecanismo de puñal automático, versión hispana del célebre paraguas búlgaro de la Guerra Fría. Ninguna de las tropelías sanchistas ha amedrentado a quien está llamado a liberar a los buenos catalanes del yugo español. Como decíamos, en aquel poblado gabacho se organizó, clandestinamente, uno de esos actos que engrandecen a los hombres. En todos rondaba la memoria de la detención de Companys en Francia por la policía nazi, que lo entregaría a las autoridades franquistas para su posterior fusilamiento. Eran horas graves. Montaron un escenario, fondo que rezaba «President Puigdemont» y un atril desde el cual pronunció nuestro paladín su discurso memorable, resarcimiento. Tras señalar a los pusilánimes de Esquerra y advertir a Madrid que no habrá rendición, declaró, voz atronadora entre emocionados aplausos y música épica, que se presentará en Cataluña «para culminar el proceso de independencia».   

La Cataluña alucinada. El párrafo anterior bien pudiera parecer ficción. Mas la izquierda gobernante lo vuelve crónica del hoy, literatura aferrada a las fantasías tangibles del presente político. Este regalo del Gobierno a los enemigos de la democracia y el aseo. España vive momentos delirantes con el BOE como trampolín legal. Aunque no sea constitucional ni, desde luego, decente. Harían bien los partidos y organizaciones catalanes no nacionalistas en asumir que hay ficciones aparentes y monstruosas realidades. 

Pensamiento Yolanda. Elisabeth Duval, escritora y miembro de Sumar, pronunció esta semana unas palabras que vienen a enriquecer la verborragia de la izquierda existente. Ya no echamos de menos la quincalla de las ministras de Podemos porque Díaz y su virrey Urtasun acuden cada semana a su cita con la Historia, este Celtiberia show de tercera mano. Fenomenal muestra del Pensamiento Yolanda, la Duval elevó todavía más el grado de estulticia: “Gracias a las contribuciones de las enmiendas hemos ampliado la definición de libertad republicana que proponemos. La libertad de decidir sobre tener tiempo propio, asumiendo la democratización de la libertad como precondición de la igualdad”. Qué mareo. 

Empresario Iglesias. Taberna no sé qué, ya los refractarios en tuiter se han encargado de hacerle la campaña publicitaria. Gratis, por supuesto. Claro que la hostelería es jodida, nada romántica a pesar de la comunicación micheliniana, y los aventureros como él suelen estrellarse. Hay que trabajar, verbo terrorífico para un vago profesional. Su ascensión pública hasta el Consejo de Ministros no fue tan meritocrática como oportunista. Ahí se le vio algo de inteligencia: un país con seis millones de bobos dispuestos a tragarse el cuento de la lechera. Volviendo a lo tabernario, si las cosas se ponen feas, Pablo podrá seguir el ejemplo de los capitalistas rojos de La Bardemcilla y entonar, como hacía Trump en aquel reality en que despedía al personal, you are fired!

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