El experimento. El apagón que sumió a España en el caos, con cinco muertos y un colapso generalizado, no fue un accidente, sino un experimento temerario del Ejecutivo Frankenstein. Según The Telegraph, el gigante, con sus andares torcidos y el intelecto de un niño, jugó con nuestro sistema eléctrico para «evaluar» hasta dónde se podía forzar la dependencia de las renovables, sin red de seguridad, antes del previsto cierre nuclear en 2027. Un juego digno, por ser paródicos, de Gene Wilder en aquella comedia de Mel Brooks. El resultado fue, qué duda, desastroso: el peor fallo eléctrico en un país desarrollado en tiempos modernos. Mas este disparate no sorprende en un Gobierno alocado y temeroso, también muy osado. Acelerar la transición energética sin modernizar la red para soportar la intermitencia renovable es una mala idea. Y las señales estaban ahí: variaciones extremas de tensión los días 22 y 24 de abril, con desconexiones en instalaciones clave como la refinería de Cartagena y líneas de alta velocidad. Aelec lo advirtió, pero el Gobierno prefirió trastear, cual moderno Prometeo desafiando a Zeus, con interruptores y palancas rojas.
Conquista silenciosa de Europa. ¿Para qué tanques o cazas cuando se puede conquistar sin un sólo disparo? Un informe filtrado a Le Figaro destapa la estrategia de los Hermanos Musulmanes para islamizar el viejo continente, con Francia como epicentro. Su arma es el «entrismo» o infiltración sigilosa que sustituye chalecos explosivos por una larvada guerra cultural y social. El objetivo no guarda ya misterio: implantar la ley islámica, no con violencia, sino a partir de una red tentacular que hoy controla 139 mezquitas y otras 55 afines, un 7% del total galo. Este siniestro y aceptado plan se detalla en 73 páginas tras 200 entrevistas y visitas a diez departamentos franceses. Mientras Europa duerme en los laureles, los islamistas tejen la red, aprovechando la estupidez woke y sus gobiernos progresistas. En España, donde la corrección política asfixia el debate y las fronteras son un coladero —hemos perdido la soberanía nacional—, el riesgo es idéntico. La hermandad no necesita ejércitos. Lo recuerda de vez en cuando la Meloni, la defensa de nuestra cultura y valores no admite demoras. Si no actuamos, Europa será un califato sin que hayamos oído un solo disparo.
La vida violentada. Un vecino de Santander regresa a su hogar tras unos días fuera y se encuentra con una pesadilla. La puerta ha sido forzada, la casa saqueada y, lo más surrealista, hay tres desconocidos durmiendo plácidamente en el dormitorio. España sin seguridad jurídica. Los intrusos, marroquíes de 25 años, han sido detenidos por allanamiento y destrozos, pero el daño va más allá de los muebles quebrados, los cajones revueltos, el hedor desconocido del salvaje. La intimidad violentada, el sentido mismo de hogar roto. Y, como probable fin de la historia, la liberación de los delincuentes más pronto que tarde. Naturalmente, la televisión pública no observa la okupación como un grave problema, sino cual fenómeno accidental. Los medios afines al parné gubernamental llegan incluso a falsear datos, siguiendo la consigna de retorcer la realidad so riesgo de ser tildado de racista.
Reaparición. Begoña Gómez, primera dama en la sombra, ha reaparecido con muletas, junto a Pedro Sánchez, tras meses de ostracismo mediático. Las cámaras de ‘El programa de Ana Rosa’ capturaron su retorno, desbaratando hipótesis malintencionadas. Pero, ¿se trata de una estrategia calculada o de una casualidad? Los medios, lupa en mano, escudriñan cada detalle del video, mientras el juez Peinado sigue, empecinado, desentrañando el caso que la señala.
De los síntomas a la realidad. La escalada de violencia en Piera, Cataluña, pone en evidencia una crisis que no debería ignorarse. Un grupo de menores no acompañados, tutelados por la Generalidad, escapó de su centro de acogida en el corazón del municipio, armados con palos y cuchillos, con la intención de enfrentarse a jóvenes locales. Este incidente, continuación de una pelea previa, refleja un problema estructural: falta de control y seguimiento en esos centros. Los Mossos d’Esquadra lograron evitar una tragedia, pero la inquietud persiste entre los vecinos, hartos de incidentes recurrentes. LA GACETA lo advertía: sin autoridad y con una policía amedrentada por el buenismo de sus jefes políticos, la convivencia está en riesgo. Por cierto, los vecinos de la localidad barcelonesa convocaron una concentración para el sábado bajo el epígrafe «Queremos un pueblo tranquilo para nuestros hijos».
No moleste, tribulete. El Congreso ha aprobado una reforma del reglamento que expulsa a medios considerados desafectos, esos chicos que molestan con sus insidiosas preguntas. Lo comenta Javier Torres en LA GACETA, para el dúctil Patxi Lópezson «pseudoperiodistas y los distingue de los serios, a los que agradece su trabajo, compromiso con la verdad y la buena información». Los primeros, según él, defienden la verdad; los segundos, fomentan el odio o el acoso al disidente. Sin embargo, el señalamiento selectivo levanta sospechas: Bildu permanece intocable, mientras se ignora el episodio en que una desatada Pardo de Vera insultó al muchacho Ndongo tirando de acervo racista. Este mismo reportero ha vivido un reciente escarceo callejero con Antoñito Maestre, del que debería preocuparnos no tanto lo que escribe o dice como el estado de sus nervios.