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LA GACETA DE LA SEMANA

Del día de la ignominia a la esquizofrenia de Sumar

La vicepresidenta segunda del Gobierno y coordinadora general de Sumar, Yolanda Díaz. Europa Press

Uno de los elementos más entrañables que despliegan algunos periodistas, por su naturaleza especulativa e inocencia, consiste en analizar al gobierno desde la realidad democrática. Es decir, desde un régimen que, si bien sigue vigente, ha perdido buena parte de legitimidad emocional. Aunque la aprobada ley de amnistía debería ya ponerles en guardia y asumir la cruda realidad: la Constitución y el constitucionalismo están al otro lado de ese muro levantado por el poder sanchista, donde habita la fachosfera. Todavía, como una cosa melancólica, esos comentaristas políticos no ven o no quieren ver esta revolución (aceleración histórica) de genuino socialismo, golpe institucional navegando a velocidad de falcon, capitaneado por un presidente de sospechosa psicología y decencia. Su agenda sigue una órbita mental e ideológica que no reconoce el Estado de Derecho, pues, como decía la cantante Llach al referirse al procés, él, su pandilla en el Ejecutivo y el partido entero han «pasado de pantalla».

Calentando motores. Lo sucedido el miércoles durante la sesión de control al Gobierno valida el párrafo anterior. Sabedores todos del postrero embuste presidencial a la nación, comenzando por el Rey, el señorito monclovita no contestó a nada. Es más, se dedicó a despreciar desde su insuperable grosería a oposición, jueces, Fiscalía Europea, prensa no esclava y, lo más plúmbeo, a los millones de españoles que no votaron ni socialismo, ni comunismo, ni cantonalismo delictivo. Era víspera de la amnistía.

El día de la ignominia. El jueves, en una sesión para la Historia negra de España, se aprobó ese engendro que sanciona la desigualdad de los españoles ante la ley y a los políticos ladrones. Entonces el Presidente no apareció, signo de la importancia que le da al parlamentarismo. Eso sí, dejó a un lacayo hiperventilado (ese sueldo hay que ganárselo, Rallo) dar rienda suelta a su creatividad, o sea, soltar porquería. Aunque fuera porquería un poco extraña, pues llamó «filonazis» a quienes defienden a los judíos de la barbarie palestina, verdadera heredera del Führer por la que suspira la izquierda internacional. En cualquier caso, la insurrección nacionalista ha sido premiada y todos sus capitostes se felicitan. 

El independentismo, al menos por una vez, dice la verdad. No quito ni una coma a las palabras salidas de la boca de Nogueras, portavoz de Junts en el Congreso, y dirigidas al Gobierno: «Han dicho que no se podía negociar con él [Puigdemont]. Y hoy le necesitan, hoy negocian, porque lo hemos forzado. Hoy tendremos amnistía porque lo hemos forzado. Y nos dicen que nunca habrá independencia y hoy tenemos más claro que nunca que es de ustedes de quien menos depende».

Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Desconozco si esta sentencia es de Marx (el bueno, Groucho), pero viene al pelo si pensamos en la pareja presidencial. Porque, según Patxi, la señora es Presidenta, con mayúscula. Ni el régimen socialista rumano se atrevió a tamaña elevación con la esposa de Ceaucescu, Elena. No deja de resultar llamativo el marmóreo jetismo: ahora comprendemos el alcance familiar de la tesis plagiada, la urna tras la cortina en el Comité Federal y todo el despliegue de mentiras de nuestro hombre en Moncloa. Digo familiar porque de las noticias sobre Begoña se desprende una verdad íntima: forman una unidad de destino en el trapicheo.  

Una fotografía para la Historia. Con motivo del reconocimiento del Estado Palestino, Sánchez se hizo una siniestra y coral fotografía en Moncloa con el Comité Ministerial Árabe-Islámico sobre Gaza. Observamos, sonrientes junto a Pedro y el corderito Albares, a los ministros de Exteriores de Arabia Saudí, Catar, Turquía, Autoridad Palestina, Egipto, Jordania, Indonesia y Nigeria. Ramillete de intachables democracias. En Arabia Saudí, donde el Corán funciona como una Constitución, están prohibidos partidos políticos y sindicatos. De los derechos de la mujer y de la libertad sexual ni hablemos. Catar es otra monarquía absoluta, aunque a algún jugador del Barça le pareciera un régimen mucho mejor que el Reino de España. En Turquía manda un señor que, mientras aplasta a la minoría kurda, compara a Netanyahu con Hitler. De la Autoridad Palestina, y según índices internacionales, destacamos su siempre elevada posición en el bonito ránking mundial de corrupción. En Egipto tienen a un general de presidente, aunque esto no sea novedoso, pues el Ejército ocupa el gobierno desde 1952. Jordania luce a la reina Rania, figura del papel couché y comprensiva con la masacre de Hamás en octubre pasado (entrevista a la CNN). Su marido ostenta amplios poderes ejecutivos. Sobre Nigeria, sólo invitar a la lectura del informe de Amnistía Internacional sobre torturas policiales y represión de periodistas independientes. Estos son los amigos del PSOE.

La esquizofrenia de Sumar. Consiste en aliarse públicamente con un grupo terrorista y proclamar que «hay una política del amor y los afectos». O publicitarse azote de la corrupción y aprobar una ley que borra delitos dinerarios de otros políticos. También dar la brasa a diario sobre el acoso a las mujeres y quedarse mudo cuando se hostiga a una mujer de derechas o persa. Estos son algunos síntomas de la patología yolandista. Y el leitmotiv, mucho ruido y pocas nueces. No se pierdan el spot de campaña de la formación, parece el anuncio de una marca de compresas.

Poesía tuitera. La señora (o señorita) Escarlatina Manostijeras publicó el jueves negro en la red social esta evocadora pieza: «¿Qué es el fango? ¿Y tú me lo preguntas? Sánchezcastejón, el fango eres tú».

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