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consecuencias del pacto de marrakech

250.000, el número mágico de la inmigración

La policía organiza a los refugiados que llegan desde Dinamarca a la estación de tren de Hyllie en las afueras de Malmo, Suecia en 2015. Reuters
La policía organiza a los inmigrantes que llegan desde Dinamarca a la estación de tren de Hyllie en Malmö, Suecia. Reuters

En 2018 se firmó el Pacto Mundial para una Inmigración Segura, Ordenada y Regular –nombre oficial- en Marrakech en un encuentro internacional auspiciado por Naciones Unidas. En ese encuentro se acordó la protección de los procesos migratorios de una manera nunca antes vista. Es decir, a fomentar aún más la inmigración en vez de reforzar el desarrollo de los países para evitar que las personas tengan que emigrar por cuestiones económicas. Esta cuestión es la causa principal, lo que se conoce como «inmigración económica».

La idea que subyace a esto es, de nuevo, una idea aureolar, una idea imposible de conseguir pero que conlleva una acción definida en una dirección concreta. Como lo explican las propias Naciones Unidas, «[este pacto] se basa en la legislación internacional sobre derechos humanos y reafirma el compromiso de los Estados de respetar, proteger y hacer realidad todos los derechos humanos de todos los migrantes». Y continúa: «También reafirmamos el compromiso de eliminar todas las formas de discriminación, incluidos el racismo, la xenofobia y la intolerancia, contra los migrantes y sus familias». No solo se protegerá la inmigración, sino que, además, se trabajará en una serie de objetivos que, lejos de ser criticados, supondrán una alta dosis de adoctrinamiento ideológico en manos de globalistas.

Nadie está en contra de evitar el racismo, la xenofobia, etc. cuando ese racismo se persiga en todos los ámbitos, así como la xenofobia. Lo que no es de recibo es asistir a una clara discriminación contra la raza blanca en nombre del racismo internacional como vimos con Greta Thunberg, o ver cómo pueden despreciarse las naciones occidentales sin que se pueda decir nada de las demás. Por otro lado, las nuevas leyes de inmigración que desean aplicar el PSOE y Podemos van enfocadas a no permitir que se critique la inmigración en sí misma como factor de desestabilización. Hablar del problema en sí es ya un delito de odio.

Algunos de los principales compromisos del conocido como Pacto de Marrakech son los siguientes:

  • Reforzar la elaboración de políticas basadas en datos (obsesión estadística para justificar la toma de decisión sin tener que apelar a conceptos de patriotismo) y derechos humanos y el discurso público sobre la migración (atacar a todo aquel que se oponga censurando el mensaje como discurso de odio)
  • Reducir al mínimo los factores adversos de la migración, incluida la lucha contra la pobreza y la discriminación, y abordar los desplazamientos relacionados con el clima y las catástrofes (creación de la figura de refugiado climático para que el que se oponga tenga una mala imagen pública ante el falso concepto de ‘refugiado’)
  • Garantizar los derechos de los inmigrantes a la información y a la identidad legal (regularizaciones masivas de inmigrantes)
  • Ampliar y diversificar la disponibilidad de vías para una migración segura, ordenada y regular (ahondar más los procesos inmigratorios, favorecer a los traficantes de personas y crear más agujeros legales y judiciales a las naciones receptoras)
  • Proteger el derecho al trabajo decente y otros derechos laborales de los inmigrantes (derechos inexistentes cuando la inmigración es ilegal)
  • Proteger el derecho a la vida en el contexto de la migración (porque en el aborto y en la eutanasia la protección a la vida no cuenta)
  • Respetar los derechos humanos en las fronteras y llevar a cabo un examen, una evaluación y una derivación de los migrantes basados en los derechos humanos (hacer inefectivas las fronteras nacionales poniendo por encima el derecho del inmigrante a emigrar que el nacional a defender su soberanía e integridad territorial)
  • Proteger el derecho a la libertad y a no ser detenido arbitrariamente, incluso dando prioridad a las alternativas a la detención de inmigrantes (deslegitimar la acción de las fuerzas y seguridad del Estado a la hora de proteger las fronteras y luchar contra la inmigración ilegal)
  • Garantizar el derecho de los inmigrantes a acceder a los servicios básicos, como la sanidad, la educación y el apoyo social, sin discriminación (todo gratuito y pagado con los impuestos de las clases obreras cada vez más asfixiantes)
  • Eliminar la discriminación y luchar contra la incitación al odio y la xenofobia (más ideología y fomento de la multiculturalidad mal entendida)
  • Mantener las prohibiciones de expulsión colectiva y expulsión para todos los migrantes, garantizando que el retorno sea seguro y digno y que la reintegración sea sostenible (evitar aplicar la ley cuando se pueda)

Como puede comprobarse, lo que se aprobó fue el suicidio colectivo de todas las naciones de una manera sin precedentes en la historia. El fin del Estado-nación. Es a raíz de este encuentro que la cifra de 250.000 empieza a aparecer en los mítines políticos, en los discursos televisivos y en los grandes proyectos internacionales. Una simple búsqueda en Google con las palabras «250.000 inmigrantes» es suficiente para comprobarlo.

Natalidad y pensiones, las dos grandes excusas

La justificación principal dada por los líderes políticos fue la falta de natalidad sin que hagan nada para defender y promover la natalidad de los nacionales por encima de los extranjeros. Evitar que esto ocurra es fundamental, para eso están los guiones televisivos con mensajes proabortistas y feministas de manera cada vez más forzada. Debido a la falta de natalidad se ha invertido la pirámide poblacional hasta el punto de que muy pronto habrá un contribuyente por cada dos pensionistas. Esto es el fin de la pirámide de las pensiones en España, que sirve como justificación para el efecto llamada. Según un estudio de GEES, el aporte económico de la inmigración todavía no es neto, por lo que no sólo no se están cubriendo las pensiones sino que se está gastando más dinero en un proceso que parece no tener fin.

Los números no cuadran. La AiREF ha admitido que la cifra de parados es de dos millones más que la pregonada por el Gobierno. Estamos en torno a los cinco millones de parados. Aun así, el Ejecutivo sigue obsesionado con alterar los factores pensando que el producto se mantiene igual. Tenemos el paro juvenil más alta de Europa y nos venden con la Agenda 2030 que se busca trabajo de calidad. Si no hay trabajo, ¿qué calidad puede esperarse? 250.000 inmigrantes al año suponen una ciudad más grande que Santander. ¿Puede esta cantidad de personas ser asumidas anualmente por un país como España?

Si tenemos en cuenta el desarrollo de la inteligencia artificial a día de hoy, muchos de los trabajos que actualmente existen van a desaparecer en los próximos años. ¿Qué decisiones se tomarán ante millones y millones de parados? En este contexto es fácil entender también la intención de implantar el salario universal. Masas de desempleados mantenidos por el Estado.

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