«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El clérigo Al-Heweny: ‘Cuando termine la yihad, todos los infieles serán propiedad del islam’

 

Este imán egipcio habla sin ambages del reparto de prisioneros y los mercados de esclavos que «organizarán los muyahidines tras conquistar Occidente».

«Todos los infieles serán propiedad del islam cuando ganemos la yihad». Estábamos avisados. Los dirigentes, que con sus políticas fallidas han permitido la proliferación de decenas de barrios islamistas repartidos por todo Europa, lo sabían. Lo sabían también los medios de comunicación que a través de titulares ambiguos y un tratamiento informativo dudoso para evitar «caer en la islamofobia» se han negado a denunciar la situación que se avecinaba. Y ahora, desgraciadamente tras el enésimo atentado, lo saben los ciudadanos.

Las redes sociales han rescatado una conferencia del clérigo egipcio Abu Ishaq Al-Heweny en la que expone el futuro que le espera a Occidente cuando «los musulmanes derroten a los infieles e impongan un Estado Islámico». Estas palabras, que pronunció en 2011, son sólo un pequeño recordatorio a un discurso que realizó «20 años atrás».

Al-Heweny cita el siguiente hadiz del islam: «Si se combate a enemigos politeístas, les ofrecemos tres opciones: Primero, llámalos para unirse al Islam. Si se unen al Islam, dejen que vivan, porque se convertirán en seres como ustedes y no lucharán contra los musulmanes. Si se niegan a unirse al Islam, deben pagar el impuesto de la encuesta jizya . Si están dispuestos a pagar la jizya, pueden vivir en territorios musulmanes. Si se niegan a pagar la jizya , busquen la ayuda de Allah y combatan contra ellos».

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El clérigo recuerda que el requisito básico de la yihad es que el enemigo «no sea musulmán». «En todos los conflictos hay un ganador y un perdedor. Si ganamos e invadimos la tierra de nuestro enemigo infiel tenemos derecho a hacernos con ellos», sentencia.

«Si somos los ganadores, es natural que impongamos las reglas del islam al país que invadimos. Según estas directrices, todas las personas de ese lugar se convertirán en botín y prisioneros de guerra: las mujeres, los hombres, los niños, el dinero, las casas, los campos … Todos estos pasan a ser en propiedad del Estado islámico».

A Al-Heweny no le tiembla la voz cuando explica qué hacer con todos esos prisioneros y mantiene deber ser divididos entre los muyahidines tal y como establece el Corán. El clérico pone de ejemplo un país con una población de medio millón de habitantes y continúa su argumentación: «¿Qué se supone que debemos hacer con ellos? Comprobamos cuántos combatientes había y repartimos las ‘cabezas’. Cada una de estas ‘cabezas’ tiene un precio determinado y hay que crear mercados para poder intercambiarlos. Quizás un muyahidín no necesite esclavos pero sí dinero, por lo que es una buena idea».

«Estas resoluciones están fijadas en el Corán, es información. La implementación no depende de mí. Es la prerrogativa de un mandato superior, que blande la bandera de la yihad, legisla las leyes y moviliza los ejércitos», asevera.

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