El Gobierno de España, que ha realizado varios viajes de negocios a China en los últimos meses, ha solicitado a la Unión Europea marcar distancias con Donald Trump y normalizar «como aliado y competidor» a China. La postura de Sánchez busca evitar que Bruselas adopte automáticamente la estrategia confrontativa de Washington hacia Pekín, defendiendo en su lugar una aproximación independiente.
José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, ha enfatizado la importancia de que la UE tome sus propias decisiones en su relación con China, diferenciando los ámbitos en los que el país asiático puede ser un socio estratégico y aquellos en los que representa un desafío comercial. «Podemos dialogar con Estados Unidos, que considero nuestro aliado natural, pero Europa debe definir su camino sin presiones externas», ha sostenido.
Este planteamiento ha generado un intenso debate dentro de la UE, especialmente después de que algunas capitales europeas propusieran acercarse a la línea dura de Trump contra China para fortalecer la relación transatlántica. Sin embargo, otros gobiernos advierten de que una postura demasiado agresiva podría poner en riesgo los lazos económicos con Pekín, un socio clave en cuestiones comerciales y estratégicas.
Las diferencias entre Europa y la administración Trump han aumentado en los últimos días, particularmente tras los comentarios del mandatario estadounidense sobre Ucrania y su líder Zelenski. Además, Washington ha insinuado la posibilidad de reducir sus compromisos en materia de seguridad con Europa y ha minimizado la amenaza rusa sobre el continente, generando inquietud en Bruselas.
La política de la UE hacia China no es uniforme, ya que los 27 estados miembros tienen enfoques diversos sobre cómo gestionar la relación con Pekín. En los últimos años, la relación se ha visto afectada por tensiones comerciales y por el respaldo de China a Rusia en la guerra en Ucrania. Bajo la presidencia de Ursula von der Leyen, la Comisión Europea ha intentado equilibrar la relación, clasificando a China en 2019 como un «rival sistémico».
No obstante, en una señal de posible distensión, la presidenta de la Comisión ha abogado recientemente por mejorar la cooperación con Pekín. En este contexto, España ha intensificado sus relaciones económicas con China, con el presidente Pedro Sánchez reuniéndose dos veces en Beijing con su homólogo Xi Jinping en los últimos dos años. Este acercamiento ha generado inquietud en algunas capitales europeas, que consideran que España está adoptando una postura demasiado favorable a los intereses chinos.