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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El ISIS alienta una nueva oleada migratoria para 'desestabilizar' Europa

ISIS atenta a diario contra la libertad religiosa

 

La organización terrorista busca aprovecharse, como en el año 2015, de un posible caos en las fronteras del viejo continente.


«Si piensan que tenían un problema migratorio con Siria, esperen ahora que se desestabilice la región de Sahel, con sus 500 millones de habitantes». Esta advertencia de Daniel Beasley, director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, muestra la realidad a la que se debe enfrentar Europa, una vez superada la crisis migratoria -que los grandes medios escondieron bajo el argumento de refugiados de guerra- que comenzó en septiembre de 2015.
El mensaje del autoproclamado califato, que ha visto reducidos sus territorios de forma sobresaliente en Siria e Irak, no es el único, pues varias organizaciones terroristas se han puesto de acuerdo para lanzar proclamas similares a sus seguidores.
De hecho, Boko Haram y Al Qaeda están cooperando con el ISIS para lograr este objetivo, a pesar de que mantienen diferencias en otras regiones del planeta.
En una entrevista para The Guardian, Beasley aseguró que el objetivo de los terroristas es «continuar su injerencia y preservar la desestabilización».
«Mi mensaje a los europeos es el siguiente: si piensan que tenían un problema migratorio creado por un país de 20 millones de habitantes como Siria, esperen ahora que se desestabilice aún más la región de Sahel, con sus 500 millones de habitantes», sentenció Beasley, que pidió a la comunidad internacional que «despertase» ante la gravedad de la situación.
El foco de atención para las organizaciones terroristas ha virado al Sahel, la región africana al sur del Sáhara, donde Boko Haram cuenta con una importante preminencia. El destino sería, de nuevo, Europa.
Según datos de la Organización Internacional de Migración, 171.000 personas llegaron por mar al continente en 2017, mientras que en 2016 fueron 363.000 los que cruzaron el Mediterráneo

El plan de la UE

«Europa no puede dar la espalda a los refugiados». Los principales políticos y sus terminales mediáticas enarbolaron el argumento humanitario para justificar la acogida masiva a mediados de 2015. La ruptura de las negociaciones entre Alemania y Turquía precipitó la apertura de las fronteras a los miles de migrantes que esperaban en las lindes turcas para dar el salto a Europa. Sólo algunos se atrevieron a denunciar, por ejemplo, la ausencia de mujeres en el flujo de teóricos refugiados de guerra.
¿Dónde estaban? ¿Por qué los «refugiados» eran en su mayoría hombres jóvenes en edad laboral? El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, denunció la situación y anunció la construcción de una valla para frenar el flujo migratorio en la frontera de su país. Las críticas no se hicieron esperar y los diarios de todo el mundo llenaron sus páginas criticando la «xenofobia» del dirigente. El tiempo fue pasando y pronto se descubrió que las intenciones de las autoridades y los grandes empresarios eran otras. Nadie en Europa había movido un dedo entonces para acabar con el autoproclamado califato en Irak o con la guerra civil en Siria.
Las declaraciones de George Soros o Felipe González despejaban cualquier tipo de duda. Los poderosos apostaban por la acogida masiva y reducir el salario mínimo interprofesional prácticamente a la mitad. La verdad se terminó imponiendo finalmente tras la primera oleada de atentados islamistas que tuvo lugar en el continente. Francia, Bélgica, Reino Unido y Alemania despertaron de golpe del sueño multiculturalista y el discurso de sus dirigentes fue virando hacia posturas más cercanas a las defendidas por Orbán. «Los terroristas han utilizado el flujo de refugiados para llegar a Europa», reconoció Angela Merkel semanas después. A la canciller alemana, gran promotora del ‘Welcome Refugees’, no le quedó más remedio que admitir que la situación se le había ido completamente de las manos.
Emmanuel Macron, el niño de la banca Rothschild y candidato del globalismo contra la derecha alternativa de Marine Le Pen, comenzó la campaña electoral culpando a los franceses de los atentados terroristas por «no haber sabido integrar a los inmigrantes en el país». Una vez alcanzó el Elíseo, las políticas del independiente han ido en el sentido contrario. A comienzos de noviembre, Francia aprobó una nueva ley antiterrorista que da luz verde al cierre de mezquitas salafistas, principal refugio de las células islamistas.

El informe de la ONU

«La inmigración ha evitado que Europa sufra un retroceso poblacional desde que comenzó este siglo». La ONU lanzó un informe que muestra que, desde el año 2000, el Viejo Continente ha acogido a 22 millones de nuevos migrantes que representan 78 millones en total, una cifra sólo superada por Asia, donde viven en la actualidad 80 millones.
El jefe de Migraciones de la ONU, Bela Hovy, desveló que el 74% de todos los migrantes internacionales estaba en edad de trabajar (tenían entre 20 y 64 años), una cifra que contrasta con el 57% de la población general en esa misma situación.
Los migrantes se concentran en unos pocos países. En 2017, veinte naciones acogían a dos tercios de ellos y diez alojaban a la mitad.
El país con más migrantes (49,8 millones) es Estados Unidos, seguido de Arabia Saudí, Alemania y Rusia (con unos 12 millones cada uno) y Reino Unido (donde viven unos 9 millones).
Más del 60% de los migrantes reside en Asia o Europa (con 80 y 78 millones, respectivamente), mientras 58 millones viven en América del Norte, 25 en África, 9,5 en Latinoamérica y el Caribe y 8,4 en Oceanía.
En cuanto al origen de los migrantes, la mayoría proviene de Asia (106 millones), Europa (61 millones), Latinoamérica (38 millones) y África (36 millones).
 

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