Pese a que los resultados oficiales no han sido publicados aún, todas las informaciones apuntan a que el voto kurdo proclive a la independencia ha sido aplastantemente mayoritario
A pesar de la presión internacional y de las leves disensiones internas, el referéndum kurdo se ha celebrado este lunes con la normalidad que se puede esperar de un acto de estas características. Pese a que los resultados oficiales no han sido publicados aún, todas las informaciones apuntan a que el voto proclive a la independencia ha sido aplastantemente mayoritario, algo que podría responder a los años de sufrimiento que vivieron los kurdos bajo el régimen de Sadam Hussein.
En cualquier caso, la consulta al pueblo no es vinculante y, ahora, las autoridades kurdas habrán de negociar con las iraquíes, que no dudan en motejar el plebiscito de ‘declaración de guerra a la unidad del país’. Así, el primer ministro, Haider Al Abadi, ha ordenado el envío de tropas a Kirkuk, una de las ciudades en disputa entre kurdos e iraquíes y cuya importancia radica en sus vastas reservas petrolíferas. El aparente propósito de este envío de militares a la localidad septentrional es ‘proteger a la población civil’, que no es sólo kurda, sino también árabe y otomana.
Uno de los puntos más destacables de este referéndum es que, al menos de forma aparente, las fuerzas políticas kurdas han superado su división y se han sumado todos al proyecto común de la independencia. De este modo, nada más abrirse los colegios electorales, los partidos de oposición Gorran y el Grupo Islámico del Kurdistán han mostrado su respaldo a la consulta, algo que no habían hecho en fechas precedentes.
Por su parte, la participación de los ciudadanos también ha sido masiva (alrededor del 72%). Y eso que, como ya hemos advertido en anteriores artículos, cierto sector de la población kurda, especialmente el más joven, muestra una actitud recelosa hacia Massoud Barzani (el gran impulsor de la consulta) y sus adláteres, quienes llevan mucho tiempo en el poder.
Exiguo apoyo internacional
Mientras la votación discurría en un ambiente ya mentado de normalidad, la República Islámica de Irán, firme aliada del Gobierno chií de Bagdad, ha anunciado el cierre fronterizo, una drástica medida que se añadía a la cancelación de todos los vuelos a Erbil y Suleimania anunciada el domingo.
Por su parte, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se ha sumado a estas penalizaciones contra el Kurdistán por esta ‘consulta ilegítima’ y ha adelantado que la entrada y la salida de personas estará prohibida en la frontera con Iraq. El motivo de este rechazo al referéndum es que en Turquía, como en Iraq, Irán y Siria, reside una notable población kurda entre la que se podría expandir el anhelo independentista.
Estados Unidos comparte esta postura reacia a la independencia kurda. En un comunicado del Departamento de Estado, el país norteamericano expresa, con claridad meridiana, su postura: ‘Estados Unidos apoya un Iraq unido, federal, democrático y próspero, y seguirá buscando oportunidades para apoyar a los iraquíes a cumplir con sus aspiraciones en el marco de la Constitución’.
No obstante, cabe señalar como improbable que Estados Unidos no se apoye en el Kurdistán en el futuro en caso de que éste finalmente se independice. No en vano, los kurdos representan paradigma de moderación en una zona en la que el fundamentalismo islámico se extiende a ritmo vertiginoso, cual si de una mancha de aceite se tratase.
