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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Putin ve 'poco amistoso' que EEUU publique una lista de 210 'oligarcas' rusos

Es difícil mirar cualquier dato macroeconómico o de calidad de vida de esa época y de la actualidad y no admitir la marcada mejoría.

Si hubiera un miligramo de verdad en la famosa ‘trama rusa’, sería como para nominar a Putin al título del Tonto de la Década, porque la Administración Trump sigue buscándole las cosquillas al Kremlin con tanto o mayor entusiasmo que la de Obama.
Lo último ha sido publicar una lista de ‘oligarcas’ rusos, individuos que han hecho una formidable y rápida fortuna al socaire del mandato de Vladimir Putin. Como queriendo decir.
Justo un día después de que Trump informara al Congreso que las sanciones aprobadas contra Rusia bastaban y no hacía falta apretarle más las tuercas, el Departamento del Tesoro publica su lista, afortunadamente sin penalizaciones adjuntas aparte de la mala publicidad.
En la lista aparecen desde el primer ministro Medvedev al portavoz del Kremlin Peskov; desde el dueño del Chelsea Abramovich -que, por cierto, también tiene la nacionalidad británica- hasta el empresario de tecnología Yuriy Milner, en total 114 políticos y 96 ‘oligarcas’, en una medida que, ha dicho el presidente Putin, supone un acto poco amistoso y complica las relaciones ruso-americanas, aunque ha añadido que Moscú no tomará represalia alguna.
Por su parte, oficialmente el Gobierno ruso ha declarado que la lista no es más que un catálogo de «enemigos de Estados Unidos» y que su publicación coloca las relaciones entre ambos países en una «situación sin precedentes».
Realmente, si el interés del Departamento del Tesoro es dar a conocer a quienes en Rusia se han hecho de oro a la sombra del poder, les hubiera salido mucho menos trabajosa la lista en la época inmediatamente anterior a la llegada de Putin al poder, cuando solo trece individuos se repartieron la parte del león del patrimonio estatal soviético como si fuera el botín de unos atracadores.
Con solo trece nombres es más fácil explayarse en el latrocinio, pero quizá la lista se obvió en su momento porque hubiera sido difícil contar la historia sin recordar el papel de los ‘Harvard boys’ en el ordenado latrocinio de esa era oscura, cuando la esperanza de vida cayó a niveles de lo peor del Tercer Mundo, se disparó la inflación y las mafias se enseñoreaban abiertamente de Moscú.
Es difícil mirar cualquier dato macroeconómico o de calidad de vida de esa época y de la actualidad y no admitir la marcada mejoría en crecimiento del PIB, en inflación, paro, aumento demográfico o esperanza de vida. Quizá sea por eso por lo que la popularidad de Putin entre sus conciudadanos es la más alta y sostenida de cualquier líder del G20, no medida por urnas que pueda manipular el Kremlin, sino por los estudios de las propias demoscópicas occidentales.
 
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