No puede desmentir sus repetidas manifestaciones a favor de la inmigración masiva.
“El Gobierno actual ha buscado crear un enemigo externo para distraer la atención de los ciudadanos” de problemas en la sanidad y la educación, así como de la corrupción, asegura el multimillonario Georges Soros en un comunicado en el que pretende responder a la ofensiva del Gobierno húgaro de Viktor Orbán.
Orbán, al final de una controversia que ha enfrentado a estos dos nativos de Hungría con intercambio de graves acusaciones, ha querido zanjar la polémica consultando a los ciudadanos en un voto no vinculante sobre lo que se denomina “Plan Soros”: el proyecto de traer a la Unión Europea al menos un millón de inmigrantes y refugiados procedentes de Oriente Medio y el Norte de África.
Soros, naturalmente, ha desmentido que este proyecto exista. Lo que no puede desmentir son sus repetidas manifestaciones a favor de la inmigración masiva hacia Europa ni la conexión de su fundación central, la Fundación para la Sociedad Abierta, con iniciativas en este sentido. En concreto, la base de la acusación del Gobierno húngaro son unas declaraciones de 2016 en las que defendía que la UE debía aceptar a cientos de miles de refugiados cada año.
Soros asegura que sus opiniones a este respecto las hace meramente como «ciudadano concernido» que siente compasión por los refugiados que casi cada semana llegan a las costas de Europa.
Pero Orbán no es el primer jefe de Gobierno en alarmarse por la red de influencias tejidas por Soros en su país o por los intentos del millonario -cuya influencia financiera se deja sentir desde los rebeldes sirios hasta los del Maidán ucraniano, pasando por el violento grupo negro americano Black Lives Matter y las protestas contra Trump- de condicionar sus políticas. La Rusia de Putin -enemigo número uno del multimillonario- ha vetado por completo la presencia de sus fundaciones en Rusia.
Pero Soros parece ser solo la punta de lanza de un proyecto más amplio para quebrar la deriva soberanista y de defensa de los valores tradicionales en Hungría. De hecho, según informa Breitbart, el propio Departamento de Estado norteamericano ha anunciado que inyectará 700.000 dólares en medios de comunicación húngaros.
Se trataría, según un alto funcionario del Departamento de Estado consultado por Breitbart, de fomentar «un programación que favorezca la democracia y los derechos humanos», sugiriendo que los medios dominantes hoy en Hungría son demasiado favorables hacia el antiglobalista Orbán.
¿Imaginan los titulares en la prensa occidental si Putin diera 700.000 dólares a los medios hostiles al globalismo en Occidente?
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