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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Torturas y asesinatos: así funcionaba la policía moral del ISIS

Miles de personas sufrieron las medievales leyes morales del Estado Islámico, que regulaban hasta los más mínimos detalles de la vida cotidiana.


Los esfuerzos de los terroristas del movimiento Estado Islámico por hacerse respetar a base de golpear y torturar fracasaron, afirman los habitantes de la ciudad siria de Al Mayadeen, antiguo bastión de los yihadistas en la provincia de Deir ez Zor, que recordaron a RT sus traumáticas experiencias bajo el yugo de los extremistas.
Si bien muchos civiles abandonaron la ciudad antes de la llegada de los terroristas, los que se quedaron fueron obligados a cumplir sus draconianas leyes y normas de conducta social durante más de cuatro años, hasta que las Fuerzas Armadas sirias liberaron el pasado sábado la urbe de las garras yihadistas.
Muchos lugareños con quienes habló un equipo de RT en árabe recordaron que los milicianos se apoderaron de las propiedades de muchas personas antes de instituir una fuerza de Policía religiosa encargada de implementar su moral social en la vida cotidiana. «El EI confiscaron casas que pertenecían a mis hermanos. Las confiscaron para vivir ellos allí», recordó un residente de Al Mayadeen.
«Tenían una ‘agencia’ como policía moral llamada ‘Hisbah'», continuó el hombre, explicando que esta fuerza patrullaba la ciudad y castigaba a la población local por violar la sharia. La doctrina islámica fundamentalista que regía la ‘Hisbah’ permitía a sus jefes intervenir en la conducta diaria de las personas con el supuesto objetivo de «imponer el bien y prohibir el mal».
Estas unidades utilizaban ampliamente la fuerza y detenían a personas por la menor infracción, como fumar cigarrillos o afeitarse la cara. «Nadie quería cooperar con el EI. Pasé seis días en la cárcel por fumar un cigarrillo«, relató uno de los habitantes a RT, explicando que se detenía a gente simplemente por oler a tabaco.
Además, los civiles también eran encarcelados durante días por cualquier intento de afeitarse el rostro. Un hombre cuenta que los terroristas exigían a los varones que se dejaran «crecer naturalmente» las barbas y él fue arrestado varias veces porque su vello facial no cumplía con los estándares estéticos de los yihadistas.
Otro hombre recordó también que fue detenido dos veces por su barba y una vez porque se puso pantalones en lugar del ‘yalabiya’ tradicional: un traje árabe de manga larga y con una longitud hasta el tobillo. «Me arrestaron, luego me azotaron, me torturaron y me dieron comida podrida», denunció.
Las historias documentadas por RT son solo una pequeña muestra de la brutalidad del medieval sistema de justicia del Estado Islámico. A lo largo de los años, miles de personas han sufrido por supuestas infracciones que se castigaban con latigazos, decapitación o incluso con pena muerte en la hoguera.
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