Uno puede pensar lo que quiera de la política proteccionista de Trump pero, como instrumento de negociación internacional, está funcionando: después de México, Canadá.
Justin Trudeau, primer ministro canadiense y espejo de líderes woke durante años, ha ondeado la bandera blanca ante la amenaza de aranceles. Se ha comprometido, como exigía Trump, a acabar con el tráfico de fentanilo y reforzar la frontera entre Canadá y Estados Unidos. A cambio, los aranceles prometidos por Trump no se aplicarán al menos durante un plazo de treinta días.
«Acabo de tener una buena conversación telefónica con el presidente Trump», anunció Trudeau en su cuenta de X. «Canadá va a aplicar el plan fronterizo de 1.300 millones de dólares para reforzar la frontera con más helicópteros, tecnología y personal, una mejor coordinación con las autoridades estadounidenses y más recursos para frenar el flujo de fentanilo», ha explicado.
Casi 10.000 efectivos de primera línea «están y seguirán trabajando para proteger la frontera», Canadá se compromete a nombrar un «zar del fentanilo», y a incluir a los cárteles de la droga en el listado de organizaciones terroristas.
La frontera estará bajo vigilancia «24 horas al día, siete días a la semana» y se lanzará una Fuerza de Ataque Conjunta Canadá-EEUU para «combatir el crimen organizado, el fentanilo y el lavado de dinero«. «También he firmado una nueva directiva de inteligencia sobre el crimen organizado y el fentanilo, y la respaldaremos con 200 millones de dólares», dijo, antes de entregar la mayor concesión a Trump: «Los aranceles propuestos se interrumpirán durante al menos 30 días mientras trabajamos juntos».