El presidente Donald Trump ha declarado que ya ha tomado una decisión con respecto al pacto firmado por Obama con las autoridades iraníes, pero no ha dicho cuál.
«Os lo haré saber», ha sido su enigmática respuesta, tras la diatriba en Naciones Unidas amenazando con «destruir totalmente» a Corea del Norte.
El asunto iraní es clave para saber hasta qué punto los neoconservadores han vuelto a los mandos de la Casa Blanca y si, como decíamos este martes, el presidente es ‘prisionero’ del triunvirato de generales -Kelly, McMaster y Mattis- que parece cortar el bacalao en lo que a política exterior se refiere.
En general, el discurso ha tenido que ser un nuevo motivo de decepción generalizada para quienes votaron a Trump, entre otras cosas, para decir adiós a la política de constantes guerras imperiales remotas donde se defienden intereses que el americano medio apenas entiende.
Poco conciliador con Irán
Las palabras que dedicó a Irán en el discurso, son cualquier cosa menos conciliadoras: «El Gobierno iraní enmascara una corrupta dictadura tras falsas formas democráticas. Ha convertido un país rico, con una rica historia, en un Estado pirata cuyas principales exportaciones son violencia, masacres y caos».
Y continúa: «Esta riqueza, en por derecho pertenece al pueblo iraní, también se canaliza hacia la dictadura de Al Assad, alimenta la guerra civil en Yemen y minan la paz en todo Oriente Medio».
No sé a ustedes, pero a mí se me ocurre al menos un país sobre el que puede decirse de forma más exacta y contundente que está alimentando la guerra civil en Yemen y minando la paz en Oriente Medio, sin tener la excusa siquiera de que sea su territorio adyacente.
En cualquier caso, también fue suficientemente claro en lo que hace al famoso pacto con Obama: «El acuerdo con Irán fue una de las peores y más desiguales transaciones que jamás haya firmado Estados Unidos. Francamente, ese acuerdo es una vergüenza para Estados Unidos, y no creo que esto vaya a quedar así. Créanme».
Y le creemos, aunque también creemos que el Trump que así habla no tiene absolutamente nada que ver con el que votaron 68 millones de americanos.
Irán es la clave
Irán es el objetivo que se habían marcado los ‘halcones’ del Pentágno hace ya años, el premio gordo, la presa más deseada contra la que su aliado Israel no deja un minuto de azuzarles.
Incluso la amenaza más evidente, Corea del Norte, que no ha dejado que las bravatas de Trump interrumpan las suyas, se ha intentando por todos los medios vincular con Irán, aunque las vagas informaciones al respecto no hayan acabado de cuajar.
Irán, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Javad Zarif, ya ha declarado -en Twitter, que parece haberse convertido en el canal oficial- que el acuerdo «no es (re)negociable», y que hablar de un «acuerdo mejor» es pura fantasía.
El propio Kremlin ha terciado en la polémica, preocupado por la hostilidad de Trump hacia Irán y comprometiéndose a hacer lo que esté en su mano para proteger el pacto.
En palabras del ministro ruso de exteriores, Serguei Lavrov, «defenderemos este acuerdo, este consenso, que la comunidad internacional acogió con alivio y que fortalece la seguridad regional e internacional».
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