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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Trump veta la entrada de transexuales en el Ejército

El presidente Donald Trump ha dado la vuelta a la política de Obama durante el final de su mandato de permitir la presencia de transexuales en las Fuerzas Armadas tras un periodo de espera.

«Tras consultar con mis Generales y expertos militares, sepan que el Gobierno de Estados Unidos no aceptará ni permitirá individuos transgénero sirviendo en posición alguna en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Nuestro Ejército debe centrarse en victorias decisivas y abrumadoras y no puede cargar con los tremendos costes médicos y disrupciones que supondrían los transexuales en el Ejército. Gracias», ha explicado en su cuenta de Twitter.
La decisión, que afecta a 150.000 personas en activo o retiradas, ha desatado la esperable tormenta en las redes y entre los medios que, en su abrumadora mayoría, consideran la medida como un ‘ataque’ al colectivo LGTB y un serio problema para los 15.500 individuos transgénero que supuestamente estarían ya sirviendo en las Fuerzas Armadas.
Según el propio Departamento de Defensa, esa cifra habría que rebajarla a menos de la mitad, 7.000 de un personal en activo que asciende a 1,3 millones. De estos, solo 250 sirven abiertamente como tales.
Ash Carter, el últimos secretario de Defensa, no se limitó a ‘abrir la mano’ y permitir la entrada de transexuales, sino que ofreció que la operación de reasignación sexual corriese a cargo del Tío Sam, con el evidente ‘efecto llamada’. Pero, en última instancia, la decisión definitiva recaía sobre el secretario de Defensa de la nueva administración, el general James Mattis.
Qué será de esos 250 transexuales ‘abiertos’ es objeto de polémica. En cualquier caso, todos los soldados deben ya someterse a un curso de cincuenta minutos de sensibilización con estas cuestiones.
Si la medida resulta escandalosa para la prensa y determinados grupos de presión, no es probable que haya caído mal entre la oficialidad, a juzgar por las palabras de Dale Comstock, de la famosa Fuerza Delta, consultado por el Independent Journal Review.
«Todo este experimento político-social no ayuda», asegura Comstock. «La realidad es que ya está en el Ejército, ya está en la Armada. Y a menos que Mattis y Trump rescindan todas estas políticas y paren esta locura, ha llegado para quedarse».
«Afecta a la moral y a la preparación para el combate en muchos niveles. Al final, combatir en la guerra se reduce a una cosa: matar gente. Se trata de devolver vivos a casa a nuestros chicos. No va de mostrarse sensible con los transexuales. Esto no es la América empresarial, sino las Fuerzas Armadas».
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