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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Xi Jinping anuncia un 'Siglo Chino' en el Congreso del PCCh

El mundo está mirando para donde no es. Mira -miramos- a Cataluña y el desafío independentista de su gobierno, con capacidad para activar decenas de movimientos secesionistas entre nuestros vecinos; mira a la Unión Europea, mira a la América que Trump dice querer hacer grande otra vez, mira al siempre convulso Oriente Medio.

Y no mira, no lo bastante, al silencioso gigante que se despereza y organiza con discreción cómo será el mundo en las próximas décadas.
Ha empezado en Beijing el XIX Congreso del Partido Comunista Chino, que ha confirmado en su liderazgo al ya poderosísimo presidente Xi Jinping, probablemente el hombre más poderoso del mundo, que en su discurso inaugural trazó las líneas de lo que muchos ya esperan o temen que sea ‘el siglo chino’.
Durante un discurso interminable, Xi Jinping aseguró que «la bandera del socialismo con rasgos chinos ondea ya alta y orgullosa a los ojos del mundo». Porque es el mundo, ese mundo en el que Estados Unidos, el gendarme mundial, muestra cada día más vulnerabilidades, a quien se atreve ya a dirigirse la cúpula china abiertamente. «La senda, la teoría, el sistema y la cultura del socialismo con rasgos chinos no ha dejado de evolucionar, abriendo nuevas oportunidades para que otros países en desarrollo alcancen la modernización».
El despertar de China, su aún discreto liderazgo, brilló en la última reunión del Foro de Davos, cuando el líder chino fue saludado por todos como el abanderado de la globalización, por contraste con un Trump del que se temía la hostilidad al globalismo desplegada en su campaña. Y no dejaba de ser un espectáculo curioso ver a todos esos representantes del capitalismo internacional aupando a un líder que no ha dejado de hablar de socialismo.
Un socialismo que, dijo Xi Jinping, «ofrece una nueva opción a otros países y naciones que quieren acelerar su desarrollo preservando al mismo tiempo su independencia».
Joya de la corona en este desarrollo que habrá de liderar China es la Iniciativa Cinturón y Ruta de la Seda, un ambiciosísimo plan para crear una red de transporte y comercial que conecte toda Eurasia. La magnitud del proyecto corta la respiración. Aunque no hay estimaciones claras, ya se han invertido 300.000 millones de dólares, y China planea gastarse un billón más en los próximos diez años.
Mientras no mirábamos, China se ha convertido en el primer socio comercial de 92 países, frente a los 57 de Estados Unidos; y si en los ochenta y noventa del pasado siglo era el mayor receptor de créditos del Banco Mundial y del Banco Asiático de Desarrollo, hoy China presta más a los países en desarrollo que el propio Banco Mundial.
Uno pensaría que China ha conseguido todo este milagroso avance lanzándose de lleno en brazos del capitalismo, pero la impresión es engañosa, y desde luego la palabra incesantemente repetida por el todopoderoso Xi era muy otra: «socialismo». Un socialismo sui generis, desde luego, que «ofrece la sabiduría china y un modo chino de resolver los problemas a que se enfrenta la humanidad».
Y si para muchos China ya le está ganando por la mano a Estados Unidos en ‘poder blando’, tampoco parece dispuesta a quedarse atrás en potencia militar, imprescindible en cualquier superpotencia que aspire a desafiar el liderazgo americano.
Xi Jinping se comprometió a seguir modernizando y ampliando sus fuerzas armadas a fin de completar su modernización en 2035 y lograr «para 2050 un ejército de categoría mundial capaz de librar y ganar guerras en todos los escenarios bélicos».
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Xi Jinping anuncia una 'nueva era' para el comunismo chino

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