Detrás de la última operación propagandística hacia Gaza —la fallida travesía del velero Madleen, en el que viajaba Greta Thunberg— se encuentra una figura bien conocida por los servicios de inteligencia israelíes: Zaher Birawi, periodista palestino-británico, residente en Londres, y señalado como agente de los terroristas de Hamás en Europa.
Birawi fue uno de los impulsores de la travesía organizada por la Coalición Internacional de la Flotilla de la Libertad, a la que él mismo se refiere como uno de sus «miembros fundadores». Estuvo presente en la salida del barco desde Sicilia, transmitiendo el acto en directo, justo antes de que Thunberg ofreciera un discurso en el puerto.
El domingo, las Fuerzas de Defensa de Israel abordaron el Madleen en aguas internacionales. Detuvieron a los 12 activistas a bordo —entre ellos Thunberg, el actor Liam Cunningham y la eurodiputada Rima Hassan— y trasladaron el barco al puerto israelí de Ashdod. Allí, el ejército entregará la ayuda humanitaria a Gaza «por canales reales», mientras prepara la deportación de los pasajeros. El ejército israelí repartió a los activistas sándwiches y botellas de agua, imágenes que contrastan con las denuncias de «piratería» y «secuestro» lanzadas por los organizadores.
Israel ya había señalado a Birawi como agente de Hamás. En 2021, incluyó la organización que preside, el Foro EuroPal, en su lista de entidades terroristas.
Y en octubre de 2023, el diputado laborista británico Christian Wakeford utilizó su privilegio parlamentario para destapar públicamente a Birawi como agente de Hamás y residente en Londres con documentación presuntamente falsa. Wakeford recordó entonces que en 2012 Birawi había sido fotografiado junto al exlíder del grupo terrorista, Ismail Haniyeh.
El gobierno israelí ha calificado la flotilla como un simple «truco publicitario», y subraya que el intento de romper el bloqueo con una carga simbólica no tenía ninguna utilidad humanitaria real.
La presencia de Greta Thunberg y otros rostros conocidos no ha evitado que la operación fuese neutralizada sin violencia. Aun así, la narrativa de las organizaciones implicadas insiste en victimizar a los activistas y desviar la atención del hecho clave: el barco fue impulsado por un individuo estrechamente vinculado a una organización terrorista prohibida tanto en Israel como en el Reino Unido.