«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Actitudes, elecciones y consecuencias

12 de mayo de 2016

En ocasiones los estudiosos especulan y juegan con la idea de qué hubiera ocurrido si en un momento determinado se hubiera optado, política, económica o militarmente,  por un camino distinto al que de hecho se  eligió; resulta interesante hacer ejercicios en “historia virtual” aunque sirvan para bien poco cuando “agua pasada no mueve molino…” Aunque sí deberían servir para no repetir los errores del pasado.

Lo que los españoles deben decidir en estos momentos, no es en realidad,  una simple opción política, dentro de un juego democrático parlamentario,  sino una forma de vida y el futuro de nuestra sociedad. Es uno de esos momentos cruciales que pueden determinar nuestro futuro y una equivocación en este tema, puede acarrear unas consecuencias nefastas como, guardando las diferencias de época y coyuntura,  la decisión del Presidente de la República Española Alcalá Zamora, presionado implacablemente por  izquierda republicana y los socialistas, cuando se negó a permitir que gobernara la derecha aunque esta disponía de los votos y había ganado las elecciones.

Probablemente se hubiera evitado la radicalización y la guerra, pues estas fuerzas conservadoras hubieran visto que les era posible gobernar, y no se hubieran enfrentado visceralmente contra la propia institución republicana y el socialismo, que les impedía ejercer su derecho a gobernar dentro de un sistema de alternancia política, no viendo otra alternativa que la violenta.

En una palabra, medio país contra el otro medio, con visiones totalmente dispares de la persona humana y la colectividad,  intentando ambos imponer su ideología y forma de vida al otro, por las buenas por las malas. Las elecciones en esas circunstancias no significaban más que un ropaje para tapar las vergüenzas a ideologías en el fondo totalitarias.

Eso pasó, gracias a un período de larga paz, desarrollo económico, el establecimiento de una serie de mecanismos de protección social y un ejercicio de reconciliación nacional y aceptación de un sistema democrático parlamentario de gobierno en el que cabían todas las ideologías no totalitarias.

  El  gran error, o la simple pasividad de una gran parte de la clase gobernante española, tanto conservadora como socialista, fue con el tiempo el ir aceptando como homologables al sistema, ideologías que no son compatibles con un sistema parlamentario de corte occidental, el corrimiento hacía posturas de nuevo conflictivas, por parte de la izquierda,  la reconversión de un sector del socialismo, en un primer momento social demócrata, a una tesis política cada vez más inclinada  al conflicto de clases, de corte marxista y la aparición de fuerzas, coincidiendo con la crisis económica,  de claro signo totalitario, leninistas o anarquistas a la vez que separatistas, como si fueran movimientos partidos o grupos compatibles con el sistema político que habíamos escogido.

De nuevo estamos ante una oposición frontal de posturas a la hora de  evaluar a la sociedad y al hombre, a sus derechos y su libertad, a sus creencias y costumbres, no estamos ante unas elecciones en que tengamos la posibilidad de elegir entre dos formas compatibles de vivir en sociedad, sino de modelos  antitéticos ante los cuales nadie puede sentirse indiferente,  y lo más grave para la paz social, es que casi podemos asegurar, que al menos la mitad de la sociedad no aceptaría pacíficamente tal imposición, bajo ninguna condición, y menos por una cuestión exclusiva de número de votos.  

Existen derechos y deberes pre democráticos, y una realidad que está por encima del sufragio universal, es más importante, para la tranquilidad y paz social, la existencia de un estado de derecho que ningún otro atributo político.

Se me indicará que hay más de 5 millones de votos que eligen esa opción, con independencia de si a la larga prefieren de verdad vivir bajo un régimen como el antiguo de la URSS, China, Cuba Venezuela, Corea del norte o similares, cosa que pongo en duda, si llegan a experimentarla,  pero esa es otra cuestión, todo el mundo tiene derecho a equivocarse, ya pagará las consecuencias, lo importante es que aún con esas cifras, no tienen derecho a cambiar al país de arriba abajo, utilizando la presión de esos votos, apoyando a otras posturas políticas, que deseosas de ejercer el mando están dispuestos a concederle a esos dirigentes revolucionario – anarquistas sus caprichos. Es un experimento demasiado caro para España el pasar por esa ordalía.

Desgraciadamente veo que  a pesar de todo el discurso de que se acababa el bipartidismo, lo único que se ha conseguido es resucitarlo en un formato mucho más peligroso, un socialismo radical aliado con toda la panoplia revolucionaria marxista y separatista, como en el 36, y una coalición conservadora- liberal o simplemente partidaria de la independencia individual, que aun tapándose la nariz, votará según sus intereses, y un nuevo partido socialdemócrata, que es Cs, que apoyará a este último grupo para evitar un desastre económico a la griega.

 

Los resultados determinarán si tenemos un gobierno inestable de”derechas teóricas” abrumado por una crítica y agitación inmisericorde de la masa revolucionaria, o un gobierno de masa revolucionaria, a la griega,  que también acabará colapsando, como Grecia, bajando las pensiones, reduciendo el gasto público y subiendo más los impuestos, ante la presión inevitable e ineludible de las autoridades de le UE.

.
Fondo newsletter