«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Primero de agosto

25 de julio de 2013

La comparecencia de Mariano Rajoy el 1 de agosto en el Congreso de los Diputados, para hablar de la situación económica de España y dar otras explicaciones, es un error. La falta de estrategia del Gobierno en comunicación y posicionamiento, desde el minuto uno, es más que probable que se deba a la personalidad del propio presidente. A Rajoy lo que más le gusta en esta vida, además de ver deporte, es no hacer. Aquí cabe recordar esa máxima del asesoramiento que reza: “El límite de todo asesor está en la decisión y ejecución del asesorado”. ¿Puede una estrategia de comunicación dar la vuelta a una situación en la que la mayoría de la población cree que el presidente ha mentido? La respuesta fácil es no. La respuesta real es que es muy difícil. Y más con la pésima gestión que se ha hecho desde el principio con el caso Génova. Los peores enemigos de Rajoy son los aduladores y jaleadores de su estrategia. “Rajoy no va al Congreso ni cuando lo marca un delincuente, ni cuando lo exige la oposición. Rajoy va cuando él quiere”. Já. Para que Rajoy quisiera ir motu proprio al Congreso un uno de agosto tendría que volver a nacer. Rajoy comparece en el Congreso tarde y mal. Tarde porque tenía que haberlo hecho mucho antes y a petición propia. Mal porque, igual que un sábado se escondió detrás de un plasma, ahora en otro acto de cobardía quiere esconderse detrás de la economía. ¿Por qué lo hace tarde y mal? Porque no puede ser ni sincero ni claro. Y todo lo que diga, con el paso de los papeles, se le puede volver en su contra. Si no se hubiera negado a decir el nombre de Bárcenas en todo este tiempo, si no hubiera estado intercambiándose sms con Luis hasta antes de ayer, si hubiera querido creer que el tema Bárcenas se terminaba en tres telediarios, estaría en otra posición. La ventaja que tiene Rajoy es la oposición. Están gestionando fatal la difícil situación del presidente del Gobierno y su partido. En vez de esforzarse en ganar credibilidad ante la ciudadanía, prefieren el juicio previo y enrocarse en la exigencia de dimisión de Rajoy sin importar lo que haga o lo que diga. Sólo aceptan que diga aquella verdad que claramente le obligue a la dimisión. No importa que sea cierta o no, lo que importa es que le obligue a la dimisión. Rajoy tiene la suerte de que teniendo un equipo de asesores, con Arriola a la cabeza, que son una catástrofe –a las pruebas de pérdida de credibilidad, popularidad y votos me remito– son mejores que los de Rubalcaba como líder de la oposición.Rajoy prometió a los españoles contarnos siempre la verdad por muy dura que ésta fuera. Desde el primer día de Gobierno no ha cumplido esa promesa electoral. El día 1 de agosto me temo que no va a ser una excepción.

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