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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Arturo García (San Vicente de la Barquera, 1991). Periodista. Me licencié en la Universidad Complutense. Aprendí de los buenos y ahora intento aplicarlo con mayor o menor acierto a otros ámbitos de la comunicación.
Arturo García (San Vicente de la Barquera, 1991). Periodista. Me licencié en la Universidad Complutense. Aprendí de los buenos y ahora intento aplicarlo con mayor o menor acierto a otros ámbitos de la comunicación.

A Albert Rivera le sacan los colores por César Zafra

2 de diciembre de 2015

Fue en el debate a tres del pasado lunes. A pesar de las apelaciones al estilo de la nueva política, las navajas no tardaron en aparecer. Y no fue Pedro Sánchez, el representante de la denostada vieja política, el que más uso hizo de la albaceteña. Fueron los dos jóvenes cachorros de la nueva política los que demostraron una mayor agresividad dialéctica y lanzaron los ataques más duros contra sus rivales.

Tuteándose y llamándose por el nombre de pila, sí. Pero con la misma mala uva. Y es que la nueva política es igual de agresiva que la vieja política. Por mucho que nos la quieran vestir de buen rollito y armonía.

Una de las tanganas dialécticas la formó Pablo Iglesias, sin duda el más agresivo de los tres, al recordar a Albert Rivera el caso de César Zafra, portavoz adjunto del grupo parlamentario de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid. Albert se puso muy nervioso ante la acusación y optó por ponerse digno y no contestar. No es un mal recurso para un debate, pero, sinceramente, esperaba más de alguien que presume de poner el listón ético tan alto.

Es normal que Albert Rivera se ponga nervioso ante la historia de César Zafra. Zafra ha sido uno de las personas clave de C’s Madrid durante los últimos años. Desde su puesto de Coordinador, Zafra ha gobernado la agrupación con mano de hierro, favoreciendo la elección en primarias de los candidatos oficialistas y reprimiendo a los disidentes internos, a los que no ha tenido problema en abrir los oportunos expedientes de expulsión.

Pues bien varios medios de comunicación han denunciado que Zafra ha mentido en su CV. Tal y como reza en su ficha de la Asamblea de Madrid, Zafra declaró haber trabajado como abogado asociado en el despacho de abogados Martinez-Aybar. Los periodistas de www.eldiario.es demostraron que Zafra no había estado nunca colegiado como abogado ejerciente, por lo que si había ejercido la abogacía había incurrido en intrusismo profesional. Ante tamaña acusación Zafra salió a los medios y dio la siguiente explicación:

“tras mucho tiempo trabajando en rango de pasante, tuvieron el detalle de ofrecerme ser socio, algo que me hizo mucha ilusión porque realmente creía en el proyecto. Desgraciadamente, unos pocos meses después el despacho se disolvió y cada uno marchó por su cuenta”.

Uno hubiera esperado que la explicación de una carrera tan fulgurante (de pasante sin cobrar a socio de un despacho, sin escalas intermedias) viniera acompañada de la correspondiente acreditación documental. Pero Zafra o no quiso, o no pudo hacerlo.

Pero, como antes se coge a un mentiroso que a un cojo, otro medio publicó unos días después que el despacho Martínez-Aybar seguía abierto.  Parece que la crisis económica no había sido responsable de terminar con la brillante carrera jurídica de César Zafra.

Por lo que cuentan estos medios, la realidad es muy diferente a la historia que nos ha contado Zafra. Lejos de ser un brillante profesional que renuncia a su carrera para realizar un servicio público, al llegar a Ciudadanos César Zafra no era otra cosa que uno de tantos ni-nis que, desgraciadamente, forman parte de la juventud española en nuestros días. Su primera dedicación profesional ha sido la política, por la que llegó a cobrar un sueldo del partido. En premio a su fidelidad al aparato, fue situado en el puesto número 2 de una lista oficialista, lo que le valió para ser diputado autonómico y cobrar un sueldo de más de 3.000 euros al mes. ¿Quién dijo que la política en España está mal pagada?

Y es que a pesar de lo que nos quiere hacer creer Albert Rivera, Ciudadanos no es un partido que se nutre de profesionales de la sociedad civil. Ciudadanos es un partido exactamente igual que los demás. Está formado por políticos profesionales procedentes de otros partidos y por personas sin oficio ni beneficio que no pretenden otra cosa que ser políticos profesionales.

El caso Zafra es especialmente grave, porque Ciudadanos obligó al Partido Popular a firmar un compromiso contra la corrupción cuyo punto 3 dice lo siguiente:

«Separación de cualquier cargo público que haya falsificado o engañado en relación a su currículum o su cualificación profesional o académica»

Por lo cual, si Albert Rivera quiere conservar algún crédito en materia de comunicación, no tiene otro remedio que separar a César Zafra de sus cargos y pedir disculpas a su electorado.

Si, por el contrario, actúa como hizo ayer en el debate, poniéndose digno y cambiando de tema, habrá demostrado que Ciudadanos no es una alternativa real de regeneración para nuestra democracia, sino un partido exactamente igual que los demás. Los mismos perros, en este caso con un bonito collar anaranjado.

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