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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Alicia pide ¡socorro!

10 de octubre de 2013

 Alicia Sánchez-Camacho acaba de proponer un nuevo modelo de financiación para Cataluña. Lo poco que hasta ahora sabemos de tan novedosa propuesta es que quiere más euros, limitar la solidaridad con el resto de autonomías y que la financiación catalana sea de hecho un traje a medida.

La respuesta del propio PP ha sido demoledora: Cospedal ha dicho que nones y diversos barones, como en fila india, la están poniendo a caer de un burro. El presidente madrileño casi se ha plantado. El mismo que no hace mucho habló con Mas de un frente común para mejorar la financiación, ha amenazado con romper la baraja.

En privado te dicen que un guante financiero para Cataluña no sólo no resolvería el órdago de Mas, sino que les dejaría a ellos al pie de los caballos. Camacho de hecho propone algo específico porque pide socorro, ¿Cómo va a sobrevivir en Cataluña si no es batallando frente a sus correligionarios nacionales por más euros? Una cosa es no ser independentista y otra muy distinta es no querer más financiación para salir de la bancarrota. ¿Cómo no va a pedir más para los suyos si es catalana igual? ¿No hacen todos los demás lo mismo para su comunidad?

Hace poco Esperanza Aguirre decía en Barcelona que el café para todos no complace a los catalanes, no contenta a nadie y no es buena solución. Todos los padres saben que hay que tratar distinto a los hijos distintos, pero saben también que no pueden negarle a uno lo que han concedido a los demás. ¿Cómo resolver el dilema? Sé que no es fácil y sé también que Camacho pone el dedo en la llaga en interesantes cuestiones: no puede ser que el sistema de financiación castigue al que más genera y prime al que no se espabila; no puede ser que el que gasta no se lleve el coscorrón de tener que pedirlo a los suyos y viva de otros.

Probablemente el ejemplo del café no es mal ejemplo. Vas con cuatro personas al bar y en total se piden seis cafés distintos y nadie se molesta, es legítimo tener gustos distintos. Cuestión distinta es si uno se demarca y pide un café irlandés que le pagan entre todos. Si se lo paga él… pues nos callamos. Pienso que la única solución es proponer varios niveles de financiación, a los que cada comunidad se pueda apuntar libremente si cumple ciertos requisitos, que primen –sin perder en solidaridad– al que más produce para que pueda seguir produciendo más. Probablemente la solución pasa por aclarar muy bien qué impuestos gestiona cada uno y que se lo gaste como desee. El Estado, con su cuota, que se dedique a asegurar que todo español goza de los mismos servicios básicos…

No se puede ventilar el tema hablando de igualdad sin más, cuando la propia Constitución consagra la desigualdad del País Vasco y Navarra. ¿Le suena a Cospedal? Y tampoco se puede, por pocos o muchos independentistas, castigar financieramente a todos los habitantes de una comunidad por muy díscolos que sus dirigentes sean. Urge buscar soluciones. No sólo es Cataluña la que se queja. Madrid está que trina y con ella Baleares, Valencia… ¿Qué hacemos?

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