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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Babeáis ante Fran Rivera como un bebé frente a Peppa Pig

31 de marzo de 2016

Me cuesta rechazar planes. De toda índole. Desde un bautizo de muñecas a una ronda de aspirinas. Tan pronto me apunto a una cena en el Palacio de un aristócrata sexagenario como a la fiesta de pijamas de una sobrina de 7 años. Mi incontinencia ociosa no conoce límites
– Oye, ¿te apuntas a enterrar un cadáver?

La profunda levedad del ‘no’ actúa en mi nombre: tacón, minifalda, plumas, lentejuelas, pico, pala y a cavar… Y termino desgañitada haciendo gorgoritos al compás de Nino Bravo después de haberle dado sepultura.  

Lo malo de no poder decir ‘no’ es que vives pegada a un bote de semillas de chía energizantes. La mayor parte de las veces acabas rodeada por un gitano acostumbrado a hacer el camino del Rocío con Carmina, sujetando el cirio de un niño de cinco años que sale de penitente, con la suegra de tu prima la del pueblo ahumándote con un Ducados o compartiendo confidencias con alguna abuelicida a lo Esther Doña del brazo del Marqués de Griñon. Para no desentonar es fundamental que por lo menos y en medio de tanta indignidad se respeten los protocolos del lugar.

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A ello se dedica con gran éxito la nieta de JFK y Jackie Oh!, la bloguera cool y viral en Estados Unidos arrasa en la red mostrando a las simples mortales cómo mantenerse guapas en medio de la fatalidad. Cómo peinarse en medio de un tiroteo en Texas, que el maquillaje permanezca intacto en la cubierta de un yate que surfea un tsunami en las islas griegas o cómo seguir pareciendo WASP después de una noche de novatadas en la hermandad Kappa Pi Gamma.

De fatalidad los Kennedy saben un rato y entiendo que es por eso que mientras que el blog frívolo de la Kennedy arrasa entre el progrerío 2.0, esos mismos lapiden a Fran Rivera por hacer exactamente lo mismo en su bitácora de ¡Hola!:  “Las Cosas mías”, donde en su último post el diestro enseñaba el know how estilístico para las procesiones de Semana Santa y evitar así convertirse en el equivalente a un veraneante de Torrevieja en Downton Abbey.

El párrafo que ha levantado las iras del 15M virtual, popularmente conocido como Twitter, es el siguiente:

No podemos olvidar que los caballeros siempre llevan un pañuelo blanco en el bolsillo del pantalón para socorrer las lágrimas de una señorita que lo necesite al ver pasar un paso con el racheo de los costaleros al andar, el olor a incienso, bajo la lumbre de las velas.

Rivera no especifica si la recomendación proviene o no de la “Guía de protocolo de A mi plín, soy Ordoñez Dominguín”, 2ª ed., Sevilla,  Ed. El Pai el chuli y el cabra, 1992…

Lo que sí queda claro es que a los acólitos de Podemos no les ha gustado. Ganemos se enfrenta a Podemos por la idoneidad o no de lucir el escudo de la hermandad como seña imprescindible en todo cofrade que se precie. Planchemos se rebela ante la superstición de perder las manos si no se estrena en domingo de Ramos, Lavemos protesta, Colguemos no está dispuesto al uso de gemelos y Discrepemos, como siempre, está conforme con fusilar a Rivera por pijo, sevillano, cofrade, religioso y facha. Las Mareas callan.

Entendería que los más píos se ofendieran ante el frívolo abordaje que de esta semana de recogimiento hace el torero, quien confiesa que “se lanza de cabeza tó loco” y sin pudor al uso de los calcetines de fantasía de color en plena pascua de resurrección… Comprendería quizás que las fuerzas vivas de mantilla y riguroso negro se sintieran ultrajadas ante la remota insinuación de que no deberían llorar a moco tendido ante la imagen de la Virgen Macarena o el repicar de una saeta. Concebiría incluso que los costaleros, abochornados bajo los pasos, recaudaran firmas en change.org para boicotear el uso de la corbata como prenda imprescindible de los elegantes.

Morenazo, sonrisa bonita, guapo, mucho, torero, canalla, con corbata, tirantes, chaqué, vestido de luces, toreando con su hija en brazos o en el videoclip vampírico de su hermano Paquirrín. Hasta mirando a una arrebolada y noventera Susana Díaz tiene Rivera su aquel. 

La rabia que inspira el torero es que hasta las más perroflautas no pueden dejar de mirarle. Como si él fuera un ipad en el que se proyectara Peppa Pig y ellas un bebé babeante y anonadado ante las peripecias de la cerdita… 

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