Se ha extendido lo de búmer hasta el punto de que los propios boomers llaman boomers a otros boomers.
Es otra forma de hablar de lo generacional, pero también una manera de ver el mundo ahora que asoma un cansancio de los materiales y una crítica al Sistema (dicho sea esto con todas las reservas).
Este fin de semana lo comprobamos en algunas reuniones de la más completa desesperación.
Primero, la manifestación de la derecha o cierta derecha en Colón contra el sanchismo. El antisanchismo es una realidad social, pero también es el negocio del PP para propiciar un cambio sin cuestionar nada, sin condiciones. A la vez conocíamos unos whatsapps de Sánchez que se supone tendrían que costarle el puesto, aunque pueden acabar provocando un efecto contrario. En esos mensajes dice de los barones socialistas lo que diríamos todos, pero de una manera distinta: lo dice mandando. Con un laconismo y un sentido del poder que llaman la atención.
Contra Sánchez hubo, recordemos, una reacción popular y viva en Ferraz, desanimada y estigmatizada por el peperismo, que es el PP y todo lo que le cuelga, esfera en la que hay que añadir a una derecha que no es militante sino pululante en los espacios entre Vox y el PP, donde se labra una suerte de seudotrumpismo aproximativo sin la demonización, una musiquita mileista sin estigmatización.
Y estos actos, que no van a ningún sitio, que son lo de siempre, con los de siempre, más vistos que la Charito, pero sin las Charitos, sirven, entre otras cosas, como plataforma para la promoción personal, para la presentación de nombres, de figuras, de proyecciones más o menos individuales.
La derecha colombina (de Colón) aburre al joven porque el joven, además de nuevos tonos y lenguajes, quiere algún cambio estructural, un cambio que le acompañe en su vida.
Esto lo sabe bien la Derecha CNI (pululante al otro lado, lindante con lo antisistema) que habla constantemente de tremendismos rupturistas. Si el papel lo aguanta todo, ¡qué no aguanta el vídeo!
Colón, llamado ya el vermú protesta, ondea banderas con una flacidez constitucional que no motiva nada. Las patrullas Barbour, la perpetuación de los apellidos, la enésima foto de Cayetana luchando por la libertad… Como dijo alguien una vez: con estas personas no se puede ir ni a heredar.
Al día siguiente, el PSOE y sus sindicatos, incluyendo el femenino (Sumar), el cultural y el periodístico, organizaron la concentración por Europa. Banderas de la UE como en el brazalete de Lucas Vázquez. Ya avisaron en El País que su patria es Europa y de ella dijeron y escribieron cosas asombrosas. Frente al odio, la «bondad», que serían ellos, los buenos europeos, porque Europa es un libro dejado en un interrail, un amor de Erasmus que siempre se recordará, es el esfuerzo por entenderse, un muffin con arándanos, la sonrisa multicultural de un niño…
Son la bondad frente al Odio de Trump, de la ultraderecha, de Putin, y todos los Cisnes Negros climáticos de lo imprevisto, pues el fascismo está en el caos, en la improbabilidad. El fascismo está incluso en lo oscuro.
El filósofo autopárodico Zizek dijo hace poco que Europa en realidad es la música europea. Que lo que llamamos Europa es eso: de Bach a Schoenberg; algo que nosotros hemos resumido en Miguel Ríos torturando El Himno de la Alegría. Tuvo que salir, «incombustible» como siempre, a violar musicalmente a Beethoven otra vez más.
Y por si no fuera ya bastante, aún hubo otra foto el fin de semana: los Reyes en Mauthausen rodeados de banderas de la República. Las efemérides europeas se nos imponen y fueron a rendir visita ritual y a reconocer a los republicanos como luchadores por «la libertad». La foto era aun peor: la real pareja escoltada por las amenazantes banderas tricolores. Banderas del antifascismo según la ecuación Franco=Hitler, republicanos=judíos.
La derecha churchilliana-colombina se lo merece. En su encuadramiento abusivo y cateto en el marco de 1945, en la simplificación total de la realidad española y del 78, siempre van a acabar imponiéndose los de la Bondad.
El ciclo del finde, casi una secuencia, nos suena: banderas españolas de cansado patriotismo constitucional, banderas europeas de nuevo patriotismo bruselense, banderas republicanas y frentepopulares…
El marco búmer es un marco en el que ha ganado la izquierda, con una dinámica federalizante y antinacional (destructora del sujeto democrático). Toda persona que quiera seguir por ahí conduce a los demás a una vía muerta en su propio beneficio personal. Solo cabe rupturismo histórico, intelectual, institucional y reputacional. También se puede quedar a tomar el vermucito en el Madrid de todos los acentos. Búmer y vermú son anagramas.