«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El barco que se hunde

16 de abril de 2015

Al igual que muchos al hablar de ciertos acontecimientos, aparentemente lesivos, los definen como una bendición disfrazada, también podemos referirnos a otros como maldiciones encubiertas a pesar de parecer hechos positivos. Eso es lo que creo que ocurre con el trasvase de antiguos dirigentes de UPD, que abandonan el redil de su ex partido, buscando ansiosamente ampliar las filas del emergente campeón “Ciudadanos”. Siendo bien pensados,  el propósito declarado sería apoyar una idea común. Estos directivos se justifican creyendo que arrastrarán suficientes votantes para el emergente grupo, lo que les daría la justificación  para retener su protagonismo político, y sueldo de diputados. Siendo mal pensados están convencidos que un fracaso de la opción de UPD, como el andaluz, les dejaría en la calle. Hay que engancharse al carro del triunfador para sobrevivir.

No creo que a “Ciudadanos” este corrimiento de fidelidades le vaya a beneficiar, entre otras cosas porque, no hacen falta encuestas para adivinar, que cualquier voto que iba dirigido a C´s vaya a ganarse por la presencia de unas personas que intempestivamente abandonan sus anteriores lealtades para unirse a los nuevos vencedores: esto no es bonito y dice poco de los tan cacareados principios alegados… No digo que si en su día hubiera habido una fusión de ambos partidos no hubiera sido otra cosa, pero ahora deprisa y corriendo para salvar los muebles, resulta sospechoso.

Por otra parte la presencia de personas de UPD, tradicional y sistemáticamente calificadas como de izquierdas, algunos bastante radicales, por sus propias afirmaciones – no lo critico,  que cada cual defienda la ideología que quiera – se unan a un partido al que le gusta definirse como centro-izquierda y que pretende atraer votos de algún que otro conservador o liberal, abandonados ideológicamente por el PP,  perjudica a C´s claramente, pues deja al partido claramente escorado a la izquierda, espantando a esos pocos que estaban tentados a votarles. ¡Bastante tienen con lavar la imagen en Madrid del tema del impuesto de patrimonio y sucesiones!

En una palabra no suman sino restan y dejan al descubierto las maniobras de una emergente clase política igual de interesada que una buena parte de la existente: ¡A por el nicho de poder como sea…! Si  C´s acepta a estas personas en cualquier calidad, que no sea la de simples militantes o votantes sin más, estará sentenciando su propio fin, aunque ahora se sientan deslumbrados por sus recientes éxitos.  Quizá esa euforia unida a la sensación  de triunfo, sea el veneno que nos ciega y que los antiguos griegos llamaban ubris”,  ese estado de ánimo, mezcla de orgullo y vanidad,  origen del comienzo de todo colapso militar y político. ¿Será esta debilidad de aceptar a un personal de dudosas motivaciones  el síntoma de la fugacidad del poder de estos nuevos partidos?    

Cuando en política aparecen partidos que atentan contra  derechos esenciales se corren grandes riesgos, históricamente comprobados, y en España empieza a generalizarse el temor entre ciertas clases y gente responsable, de que hay partidos que amenazan la libertad, la propiedad privada,  y la malparada seguridad jurídica. En estos casos de hecho la que corre peligro es la democracia misma, tal como la entendemos algunos. Cuando se plantean estas cuestiones no se pude caer en frivolidades. Si C´s quiere constituirse como un nuevo partido de gobierno deberá dejar bien claro de qué lado está y mantener unos principios, aceptar a directivos  de UPD no ayudaría en ese sentido.

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