«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Berlín, Cataluña y Gibraltar

13 de noviembre de 2014

Se acaba de celebrar el 25 aniversario de la caída del muro de Berlín que culminó la unión de Alemania; aproximadamente el mismo tiempo que una minoría catalana está intentando construir otro muro para culminar la separación de España. La minoría de esos líderes catalanes saben que no lo van a conseguir nunca, porque, además, no es eso lo que pretenden; sólo desean que nuestros débiles gobiernos, pasados, presente y futuros, sigan dándoles dinero para mantener un miniestado catalán a costa del sacrificio del resto de las Autonomías, y para ello, entre otras estrategias de maldad, tienen que presentarse como víctimas: “España nos roba”. Todavía quieren más, y lo van a conseguir a través de actuaciones teatrales y maliciosas que la debilidad gobernante nunca entiende; lo acaba de manifestar Rajoy, una vez más, diciendo, “no se va a dialogar sobre la soberanía”. Por supuesto, eso está claro, pero no quiere entender, por torpe y débil, que la única reivindicación es de dinero.

Hay otro muro famoso, que es el de Gibraltar, una verja que, de acuerdo con el Tratado de Utrech debería, en cambio, permanecer cerrada, ya que aquel tratado pretendía que los piratas no traspasaran el territorio robado a España en 1.703, y continuaran sus incursiones por el resto de la Península, incursiones que, por estar abierta la verja, siguen produciéndose en forma de contrabando y otros abusos. Pero, en este caso, procede cerrar ese muro, y abrirlo, para reunificar España, cuando se obligue a los ingleses a devolver lo robado a nuestro país, siguiendo la orden de las Naciones Unidas de 1946, que nuestros gobiernos, por la misma debilidad, no han querido ejecutar, sin tener los ingleses ni una sola razón justa ni legal para mantener la ocupación de lo robado. En los días en que se conmemoraba la caída del muro de Berlín, creí oportuno perpetuar mi reivindicación sobre Gibraltar y dejé constancia de ello en la foto que acompaño, hecha sobre un muro de tres metros de ancho que cayó por la firme voluntad de todos los demócratas. Aquí, en cambio, nuestro gobierno sigue pagando a Cataluña para que no construya un muro que no quiere ningún catalán. ¡Qué vergüenza! Si bien, una vez más, ¡Gibraltar no es imposible!

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