«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Bienvenido, Matías Prats

25 de junio de 2025

La foto de Matías Prats junior en la cama, con su hijo en el pecho y, a su lado, Matías Prats padre, que en realidad es junior también porque es hijo de Matías Prats, ha sido muy comentada, y con razón.

Está de moda esa foto del papá en la cama con la criatura encima, como si fuera a darle el pecho. Es foto de la madre de toda la vida que ahora también se hacen ellos. Así, igual que había una puérpera, o mujer recién parida, ahora nace el puérpero o recién parido.

Esto no es entera culpa de la gente sino de la obstetricia, que aconseja el «piel con piel» con el papá.

El hijo de Matías Prats III, al parecer, se llamará también Matías Prats, así que será Matías Prats IV. Hay una voluntad de estirpe ahí, indudable, que el Rey debería reconocer y reforzar, pues méritos sobran, concediendo el Marquesado de Prats.

Ante el vástago se abre ahora una cuestión filosófica: ¿existe el libre albedrío? ¿podrá esa criatura ser otra cosa que periodista deportivo de la televisión? Quizás no le quede otro remedio.

Los ‘hijos de’ lo tienen muy difícil. Muchos se pierden, se abruman, se dan a la mala vida, así que los que toman el camino del padre, con tan pesada carga, necesitan más que nadie el refuerzo de premios y distinciones, que por algo se llaman así.

Ser hijo de padre famoso debe de ser complicado, pero ser hijo, nieto y bisnieto ya lo parece menos. En primer lugar, se rebaja la carga edípica. No presiona sólo el pene paterno. Pero sobre todo, surge una respetabilidad como monárquica, un cierto derecho; lo conseguido parece menos regalo. El sucesor «hereda», la quinta generación «sigue una tradición».

La gente ya no tiene hijos, quizás porque no encuentra un motivo. Separada la sexualidad de la procreación, que fue como robar el fuego, los hijos se tienen ya por otro tipo de decisión.

Si no mueve el instinto sexual, ha de ser el instinto paternal pero el instinto paternal se encuentra, dicen, cuando los niños han nacido.

¿Cómo resolver ese problema? ¿Dónde encontrar otro instinto?

Quizás en transmitir. Pero para eso hay que tener algo, ¡alguna cosa!

Lo de los Matías Prats es una genialidad porque nos enseñan que bastaría con el nombre. Aunque no tengamos, como ellos, un patrimonio, ni una fama periodística, ni un apellido ilustre que transmitir, ¿no atrae en sí misma la voluntad de saga? ¿No tienta llegar a tener un Matías Prats XII, nombre ya no monárquico, sino papal? ¿Poder mirar a la cara a instituciones milenarias? 

Eso tiene que tener un efecto acumulativo que estamos perdiendo. Cada Matías Prats viene al mundo con más humildad, entre el individuo y el ejemplar, y a la vez con más fortuna porque con el nombre heredan nombradía, reputación.

Los efectos son incalculables. Si dentro de muchos años hubiera un Matías Prats XII podría surgir incluso un legitimismo, una rama NeoTrad (NTx) que considerase que hay suficiente tradición ahí como para fundar un trono.

Hay que tomar ejemplo de los Prats. No hace falta ser un Rockefeller. Hay que transmitir algo, lo que sea, y a falta de otra cosa, bueno es el nombre.

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