«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Burócratas, el tamaño no importa

20 de mayo de 2015

Ha descolocado Esperanza Aguirre, que en esta campaña está más Aguirre que nunca, al respetable, imbuido desde hace décadas por una mentalidad estatista sin remedio, con un programa electoral que cabe en un folio.  Largo me parece. Un magnífico programa electoral podría caber en medio. O en una línea: “prometo dejarles en paz, bajar impuestos y no tratar de imponerles lo que tienen que hacer, ni por su bien ni por el mío”.

Sin embargo, burócratas, plumillas aficionados al copia y pega, colectivistas de todo pelaje y fans del pensamiento único, además de sus desconcertados adversarios, se han lanzado en tromba contra el décalogo. Les gustan y defienden, o eso dicen, los programas gordos, de cientos de páginas. Esos de los que el farsante Enrique Tierno Galván decía que están para no cumplirse. Esos que la corrección política ordenó ya hace años descafeinar porque “algo tan extenso luego da lugar a incumplimientos y nos lo pueden echar en cara”. Esos que nadie se lee.

En realidad el debate acerca de la oportunidad o inoportunidad de Aguirre de condensar sus propuestas y no perderse en vericuetos refleja a la perfección el mal de una sociedad nihilista que ha sustituido la política por la economía (y ésta a su vez por las matemáticas), las ideas por ocurrencias, el criterio personal por la opinión pública,  los principios por las encuestas y los programas por los mamotretos. Una sociedad al modo soviético en que todo debe quedar reflejado en papel. Como han hecho de toda la vida los socialistas. Una sociedad en la cual todo debe de estar regulado, intervenido, planificado. He ahí la cuestión: planificar. Nada debe de quedar para el orden espontáneo.

Pero a mí, qué quieren que les diga, el programa que más me gusta es el de Aguirre. Y, lo dicho, largo me parece.

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