«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Actor. Cine, teatro y televisión. Fue diputado en el Congreso de los Diputados y jefe de grupo en las Cortes Valencianas. Actualmente trabaja en 7NN. Dirige y presenta 'ConToni' los sábados por la noche.
Actor. Cine, teatro y televisión. Fue diputado en el Congreso de los Diputados y jefe de grupo en las Cortes Valencianas. Actualmente trabaja en 7NN. Dirige y presenta 'ConToni' los sábados por la noche.

Cala facha

30 de julio de 2023

Veraneo en una cala de derechas desde que nací. Y el primer día de playa me puede costar media hora pasear sus quinientos metros porque somos gente de orden y hay que saludar y ponerse al día. Las familias ocupan el mismo lugar desde hace décadas y ese primer paseo es el de la bienvenida y la revisión. Hay que parar casi en cada sombrilla. Intercambiar dos o tres frases y echar un vistazo rápido y furtivo al cuerpo casi desnudo que nos cuenta cómo pasó el invierno y qué tal va uno de salud. Luego vuelvo a mi sombra, que la piel no está para bromas, y me siento a ver pasar críos y ancianos, absorto en el pasado y el futuro que desfila frente a mí.

Esta semana la cala estaba en shock. Somos menos que el año pasado. Carmen Calvo deseaba un «buen verano a quien se lo pueda permitir», y lo cierto es que cada vez se lo pueden permitir menos por culpa de los suyos. Carmen lo dijo, bonita, aferrada al bolso. Un Vuitton comprado con ese dinero público «que no es de nadie» del que lleva viviendo décadas y con el que se podrían pagar las vacaciones varias familias numerosas.

La cala acarició una victoria durante semanas. Pero lo hizo temerosa, «sin fiarse de Sánchez», alejada de ese triunfalismo pepero que se atribuía una mayoría absoluta. Cuando gobierne el PP volverá a defraudarnos, decían. Como hizo Mariano. Esta vez el PP les ha defraudado antes de gobernar. La cala está depre. Al fin y al cabo, si no somos capaces de ganar a Sánchez después de todo lo que ha pasado esta legislatura, ¿qué esperanza nos queda? Hay sombrillas peperas y de Vox. Y no crean que hay demasiados matices ideológicos. Son más bien de carácter. De grado de emotividad, de cabreo.

Algunas de esas sombrillas peperas hacen autocrítica: la culpa es de Vox. Otras dicen que la campaña ha sido un desastre. Echan de menos al PP de Aznar, que veraneó aquí, y reniegan de esa derecha blandengue que protagonizó una campaña encarnada de manera ejemplar por la nueva presidenta de Extremadura, María Guardiola, indistinguible de una charo sociata. No recuerdan propuesta alguna —programa, programa, que diría Anguita—; sólo invitaciones al «PSOE bueno» —como si eso existiera—, ataques al socio preferente y muchas, muchas encuestas. Cualquiera se ilusiona con eso. «Mira cómo la izquierda es más lista, cómo se cuidan y reparten los papeles», dicen.

Más allá del espigón hay una cala de izquierdas. Es nudista. No digo que todas las calas de izquierdas sean nudistas. Pero seguro que todas las nudistas son progres. Ya saben, la cosa va por pacs. Feminista, ecologista, nudista, LGTBI, proabortista, a favor de Palestina y en contra de la energía nuclear. Allí, el ambiente es más festivo. Están encantados. Han ganado al fascismo, a la ultraderecha. Y van a pactar con Otegui y Puigdemont.

Poco a poco, cala facha va recuperando el ánimo. Manuel, el señor mayor con el que coincido todas las mañanas, se afana en acabar su tercer largo a un paso cada día más ligero. «¿Qué vamos a hacer? Pa’lante, me dice. Luis, un crío incansable que aprende a coger olas, disfruta del oleaje. Al llegar casi a mis pies, impulsado por una bien grande, recoge su pequeña tabla entre la espuma y vuelve al agua gritando: «¡qué ola, qué ola! ¡Es el mejor día de mi vida!». Es una masa compacta de energía, gozo y promesa de un futuro en el que todo es posible. Bendito seas, Luis.

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