El próximo 9 de junio nos jugamos el futuro de España y de toda Europa. El próximo 9 de junio decidimos si Europa sigue en manos de fanáticos globalistas que persiguen la destrucción del campo, la devastación de nuestras clases medias, la desprotección de las fronteras y la sumisión de Europa a los caprichos de una casta burocrática de relatores de la ONU y la Comisión de Venecia; o, por el contrario, si las naciones europeas recuperamos el control de nuestras vidas, nuestra economía y nuestra libertad.
Una casta oligárquica que campea en Bruselas ha decidido que igualdad es igualitarismo y resentimiento, que la separación de poderes sólo es válida cuando en el gobierno hay políticos conservadores y que las instituciones de Bruselas están por encima de nuestras constituciones históricas.
Y nosotros decimos que no. Decimos que España y su Constitución histórica, que es mucho más que el texto del 78, están por encima de la voluntad caprichosa de los grupos de presión.
La democracia, la libertad y el Estado de Derecho son obra de las naciones, no de los burócratas de Bruselas. Formulemos tres proposiciones claras:
Primera. La democracia es una forma política de gobierno de la Nación. No hay democracia sin Nación. No puede haber democracia europea si no existe un pueblo europeo. Españoles, italianos, polacos, franceses o húngaros no tienen ni una sola preocupación por la creación de un pueblo europeo; al contrario, les preocupa la seguridad en las calles, la creación de empleo estable, la inflación de productos básicos, el precio de la vivienda, la competitividad de la producción europea frente a la competencia extranjera, la inmigración ilegal o el futuro de nuestra juventud.
Segunda. La democracia es una victoria de la civilización occidental. Schumann escribió que la democracia o es cristiana o no será. Los hechos le han dado la razón. Cuanto más se aleja Europa de sus raíces y tradición, más lejos estamos de una democracia. No puede haber Estado de derecho si amplios porcentajes de la sociedad quieren imponer sus privilegios irracionales. Europa ha venido a menos por esa triple división azuzada por los burócratas: la de los separatismos regionales que quieren romper la unidad política de la nación; el separatismo de género que busca romper la unidad jurídica de la nación concediendo privilegios para algunos por su género autopercibido; y el separatismo islámico que pretende socavar la unidad espiritual de la Nación creando zonas de exclusión donde no rige la ley civil europea, la igualdad de sexos o la autoridad de nuestra policía.
Tercera. No es cierto que las instituciones de Bruselas sean garantía de nuestras democracias nacionales. Al contrario, nuestras democracias nacionales están en peligro por la creciente intromisión de la casta burocrática y oligárquica de Bruselas.
Las mayorías políticas existentes hasta ahora en el Parlamento y la Comisión Europea invocan como arma política arrojadiza contra los gobiernos de signo conservador los llamados valores europeos, pero es el mayor ejercicio de hipocresía política. Si la Hungría de Orbán establece un sistema eficaz de control de fronteras para evitar la inmigración ilegal protegiéndonos a todos los europeos, es contrario al Estado de Derecho, pero si la Polonia de Tusk, coalición de los populares y los neocomunistas, entra con la Policía y toma al asalto medios de comunicación, es democracia. El doble rasero es la forma de proceder de las élites dirigentes en Bruselas.
Las élites de la UE son débiles, cobardes y pusilánimes porque saben que no representan a nadie en el verdadero sentido democrático de la palabra: no son elegidas democráticamente, no son transparentes y no rinden cuentas a nadie. Sólo así se entiende que la Comisión Von der Leyen haya promovido y ejecutado un Pacto Verde Europeo, que ha destrozado al campo europeo, aplaudido y votado por la coalición de populares, socialistas, liberales y verdes en Bruselas.
Insistamos sin descanso: El Partido Popular y el Partido Socialista votan el 90% de las veces exactamente lo mismo en Estrasburgo. Constituyen un fraude y una anomalía antidemocrática.
El 9 de junio nos van a oír porque, como se demuestra en estas jornadas históricas que hemos vivido en Vistalegre, el futuro es de los patriotas, el futuro es de los conservadores, el futuro es nuestro.