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María Zaldívar es periodista y licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Católica de Argentina. Autora del libro 'Peronismo demoliciones: sociedad de responsabilidad ilimitada' (Edivern, 2014)
María Zaldívar es periodista y licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Católica de Argentina. Autora del libro 'Peronismo demoliciones: sociedad de responsabilidad ilimitada' (Edivern, 2014)

Venezuela camina en círculos

22 de junio de 2024

El próximo domingo 28 de julio están previstas elecciones generales en Venezuela y, como hace ya demasiado tiempo, la sombra del autoritarismo, la arbitrariedad y el fraude sobrevuelan los preparativos.

La semana pasada, el Consejo Nacional Electoral (CNE) del país decidió revocar la invitación extendida a la Unión Europea para que enviara observadores a los polémicos comicios, medida que abona los peores pronósticos y da una inequívoca muestra de las intenciones del oficialismo chavista.

En la resolución final elaborada tras la cumbre que se llevó a cabo en Italia, el G7 afirmó: “Estamos profundamente preocupados por la actual crisis política, económica y humanitaria en Venezuela y por la falta de avances en la implementación del Acuerdo de Barbados de octubre de 2023”.

Esa referencia alude a la reunión entre representantes del gobierno y partidos de oposición celebrada el 17 de octubre de 2023 en Bridgetown (Barbados) donde se suscribieron dos acuerdos sobre la promoción de los derechos políticos y las garantías electorales para el proceso a llevarse a cabo en 2024 y la protección de los intereses vitales de la nación en relación con los activos de la república en el exterior.

Todo ello, sujeto a que el gobierno cumpliera con su parte del acuerdo, esto es respetar la hoja de ruta electoral y la liberación de las personas detenidas de manera irregular. Si bien ese proceso se inició casi de inmediato, en la actualidad ha dejado de fluir y las viejas prácticas antidemocráticas volvieron. La líder opositora María Corina Machado acaba de denunciar la detención arbitraria por el régimen de Nicolás Maduro, de 37 activistas y dirigentes que estaban trabajando en la campaña del candidato presidencial Edmundo González. Ese acto ilegal se suma a la captura de otros tres dirigentes opositores por parte de los servicios de inteligencia de la dictadura chavista luego de que González encabezara un acto de campaña en el Estado de La Guaira.

Inmediatamente después de difundida la resolución emitida por las principales figuras políticas del mundo reunidas en Italia, Machado se expresó en la red social X: «Agradecemos a los líderes del G7 por su apoyo inequívoco a la democracia y a las elecciones libres y justas en nuestro país. El mundo entero debe apoyar esta exigencia de respeto a los derechos humanos, de liberación de los presos políticos y del cese de la persecución a miembros de la oposición».

Estados Unidos, además de acompañar el documento del G7, insistió sobre el tema haciendo pública su preocupación por los acontecimientos que se suceden en tierra venezolana. El gobierno americano ha condenado “las últimas detenciones y el acoso constante” perpetrado en Venezuela contra miembros de la oposición democrática. Así lo expresó el secretario de Estado adjunto de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, Brian A. Nichols quien, en un comunicado oficial, calificó la represión padecida como “profundamente preocupante”.

Según datos estimados por la ONG Foro Penal habría cerca de 300 presos políticos en el país sudamericano. Es importante, además, recordar que más de ocho millones de venezolanos han abandonado su país durante la larga dictadura chavista. Ese doloroso drenaje habla por sí solo. El chavismo ejerció una perversa política de alineamiento ideológico; a diferencia de Cuba, que prohibía a sus ciudadanos la salida del país, la Venezuela de Chávez y Maduro la alentaron como forma de desalojar del territorio a opositores y descontentos, para quedarse rodeados de simpatizantes. Este es uno de los motivos por los que le cuesta tanto a los adversarios políticos construir una oposición sólida y competitiva.

Sin embargo, esta vez la mayoría de las encuestas le da la victoria al candidato opositor Edmundo González Urrutia frente al aspirante a la reelección eterna, Nicolás Maduro, en el poder desde 2013. El predilecto en esas encuestas supera el 50% en intención de voto y creciendo, mientras que Maduro ronda más o menos la mitad de esa cifra. Como en todo el mundo, las dudas sobre la veracidad de estas mediciones es puesta en duda y, según los analistas, los porcentajes varían de acuerdo con quien las haya encargado. El candidato González Urrutia ha declarado recientemente que es consciente de participar en una “contienda desigual”, que no tiene prejuicios y trabaja para ganar limpiamente.

Lo cierto es que aún priva la incertidumbre respecto de la reacción que tendría el oficialismo ante una eventual derrota electoral. Algunos, los optimistas, especulan con que Nicolás Maduro abriría una instancia de transición democrática y diálogo con la oposición; sin embargo no son pocos quienes consideran esa posibilidad altamente improbable y están los que no descartan una suspensión de las elecciones con cualquier excusa.

En cualquier caso, el escenario será conflictivo. Una entrega pacífica del poder por parte del actual oficialismo luce casi impensable; sin embargo, la continuidad del régimen profundizaría aún más la crisis que sufre Venezuela hace demasiado tiempo. La condena internacional que pesa sobre ella complica también la política interna pero no alcanza para modificar la situación política y económica desesperante que padece la población.

El escritor francés Víctor Hugo decía que «la libertad es, en la filosofía, la razón; en el arte, la inspiración; en la política, el derecho». Venezuela se debe a sí misma el derecho a la libertad. Es una causa extremadamente difícil pero hay muchos patriotas enrolados en ella

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