«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Biografía

‘Caso Faisán’, una Justicia a la medida

17 de octubre de 2013

    La imagen tradicional de la Justicia la representa como una dama con los ojos tapados, se supone que para evitar la acepción de personas, para garantizar la imparcialidad y la objetividad del juicio justo. Entre nosotros, por el contrario, sería más exacto pretender que la venda en los ojos se la pongan los ciudadanos para dejar de ver la forma en que los Tribunales se las arreglan para subordinarse a lo que convenga al poder político. Hay que estar muy ciegos para no percibir la rara frecuencia con la que se tuercen las sentencias para que los políticos no queden nunca estigmatizados, según la famosa doctrina que se aplicó para que el presidente Felipe González no tuviera que ponerse ante un Tribunal y dar cuenta de sus actos, como si él fuese un ciudadano más.

    La sentencia del caso Faisán no hace sino confirmar con los trazos más nítidos y firmes la imagen de escasa imparcialidad de que hacen gala algunas sentencias. Hace falta mucho cuajo para pretender que lo que ocurrió en ese lugar de infeliz memoria no constituyó un acto de colaboración con los terroristas, sino una mera revelación de secretos, un delito que, casualmente, está penado de manera mucho más suave, según convenía a los verdaderos responsables de este vergonzoso episodio que, naturalmente, no estaban ni siquiera procesados.

    Que los políticos pretendan que aceptemos sus mentiras puede considerarse lógico, pero que los Tribunales se presten a hacer creíbles las hipócritas filigranas de los políticos rebasa ampliamente lo razonable. La politización de la Justicia no es una sospecha razonable, es una desagradable evidencia que un caso como éste no hace sino confirmar de la manera más escandalosa. Es frecuente oír quejas sobre el escaso aprecio que los ciudadanos sienten por la Justicia, por la forma en que se ejerce dependiendo de los afectados, y lo es porque hay sentencias que echan por tierra cualquier confianza en la imparcialidad de los Tribunales.

    El caso Faisán es algo más que un episodio especialmente sangrante de subordinación de la Justicia a los intereses de la política, porque cualquiera puede recordar el empeño que quienes ahora están en el Gobierno ponían, con toda razón, en señalar las responsabilidades políticas del Gobierno anterior, pero parece que esas responsabilidades han desaparecido milagrosamente ahora que el PP está en el poder. Este sucio realismo de la política española, el poder decir ahora que se está en el Gobierno lo contrario de lo que se dijo cuando se estaba en la oposición, está minando profundamente la confianza de los ciudadanos en los partidos, está afianzando la creencia común de que lo único que parece importarle es la conquista y el disfrute del poder, más allá de cualesquiera ideas, valores o programas.  
 

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