Xavi Coral, el presentador del informativo mediodía de TV3 del pasado miércoles, informaba de que «a pesar de la fuerte presencia policial» había vuelto a haber incidentes en el barrio de Cerdañola, en Mataró.
Se había vuelto a «quemar contenedores» y se habían detenido a «cuatro menores». Los disturbios duraban desde «hay ya una semana».
Todo empezó porque los Mossos evitaron una okupación. Un caso similar al de Salt (Gerona), del que hablaremos luego.
Acababa diciendo que es uno de los barrios «más desfavorecidos» de la ciudad. Lo que es un eufemismo para indicar que es uno de los de más inmigración. Junto a Rocafonda.
La cadena autonómica todavía tuvo tiempo de entrevistar a dos personas para corroborar su tesis. Un vecino de la zona que decía que sí, que quemar contenedores «es una cosa absurda». Pero que «tampoco se puede ignorar que la vivienda es un atraco».
Y otra, la portavoz del Sindicato de la Vivienda socialista, que aseguraba que los incidentes eran «una reacción» a una «injusticia cronificada». Ni una palabra de inmigración.
Hay que decir que los vecinos con los que habló el secretario general de VOX, Ignacio Garriga, no eran de la misma opinión. Garriga ha sido, hasta ahora, el único dirigente que ha visitado el barrio. El PP habló del tema el pasado martes. Pero durante la rueda de prensa en el Parlamento de su portavoz Juan Fernández.
Llueve sobre mojado. Es un segundo Salt. En esta localidad de Gerona, como se sabe, el imán de la localidad (¿entró con papeles?) ocupó durante cinco años la vivienda. Cuando finalmente lo desalojaron, se lío parda. Al día siguiente, intentó volver a ocuparla.
Además, el ayuntamiento dejó claro desde un primer momento que, por nivel de ingresos, no tenía derecho a vivienda social aunque ahora parece que le están buscando una. Trascendió también que tiene cuatro mujeres y tiene nueve hijos. Pero parece que la poligamia, en Salt, no es delito. Con esta tasa de natalidad tampoco pueden competir nuestras mujeres. El relevo demográfico está garantizado.
Para calmar las aguas, el consistorio —gobernado por Esquerra— y TV3 volvieron a culpar a la falta de vivienda. Incluso a la Sareb, el banco malo. Yo entrevisté al concejal de VOX, Sergi Fabri, para mi canal de YouTube y me dijo que la propia corporación municipal ha congelado las licencias de obras.
En resumen: ya hay zonas no-go en Barcelona. Donde las fuerzas de seguridad tienen difícil actuar. Y donde la presencia del Estado es mínima.
Es el caso también de ca n’Anglada, en Terrassa (Barcelona). VOX convocó una manifestación a finales de marzo contra la «islamización». Que yo sepa es la primera con un lema tan explícito. Lo que es paradójico es que sea en una ciudad catalana.
Habían solicitado hacerla por el barrio. Pero los propios Mossos d’Esquadra calcularon 4.000 magrebíes en contra y que no podían garantizar su seguridad. Tuvo que hacerse delante del ayuntamiento. Pero alguna cosa pasa cuando cargos electos —en este caso de VOX— no pueden ni siquiera pasearse tranquilamente por un barrio o ciudad. Pues eso: que ya hay zonas no go.