El fanfarrón colirrojo de Miraflores es, como todos los tiranos, un cobarde. Sospecho que ha esperado a que Trump estuviera saliente para cerrar siete medios más en Venezuela y marcar posiciones para avanzar en su terror rojo en la era Biden, que le genera tantas prevenciones como un bebé armado con un chupete. Son más de 80 periódicos, radios y televisiones clausuradas allí desde 2014. Y es horrible. Pero es que ahora ha cerrado VPI Televisión que son, además, mis amigos y, para colmo, gente buena. Eso me hace sonreír, porque Maduro no lo sabe, pero tendría que nacer 200 veces para lograr siquiera acallarles tímidamente. Son periodistas, son valientes, y son amantes de la libertad. Date por jodido, tarúpido, como te dicen allá con precisión magistral en el improperio.
Al tener su sede en Miami, el régimen venezolano no ha podido cerrar sin más VPITV, de modo que lo que ha hecho es confiscar la totalidad de sus equipos y medios y retirarle la licencia, dejando en todo caso en el paro a sus 108 trabajadores. Algún día el chavismo pagará por todos sus crímenes, y espero que pronto, que me quedan muchas botellas de Pampero por abrir para celebrarlo, pero hoy no quiero hablar de la escoria sino de la belleza, de lo que merece la pena.
Algún día el chavismo pagará por todos sus crímenes, y espero que pronto, que me quedan muchas botellas de Pampero por abrir para celebrarlo
VPITV es la televisión más valiente de Venezuela, el equipo más joven, talentoso y honrado. Tal vez el penúltimo brillo de dignidad en una prensa amordazada. Vi en directo como los sicarios de Maduro golpeaban y disparaban a sus reporteros cuando cubrían la Operación Libertad con profesionalidad impropia de tipos tan lozanos. Incluso entre los incendios, los disparos, los gases lacrimógenos, los heridos, y las amenazas, mantuvieron su posición ataviados con cascos de guerra, ensangrentados, emitiendo sin descanso en primera línea de fuego, y soñando con dar de una vez la gran noticia de la liberación de Venezuela del yugo socialista. No pudieron dar ese titular en aquellas jornadas trepidantes, pero da igual, ya habían ganado la batalla de la libertad, la más importante, mucho tiempo atrás.
Hace un par de días me dio la triste noticia, entre el desconsuelo y la emergencia, Antonieta La Rocca, una de las más brillantes periodistas y presentadoras del canal. Con esa energía inasequible al desaliento que caracteriza a los que tratan de sobrevivir al totalitarismo rojo, me dijo que ahora tendría que empezar a buscar colaboraciones como corresponsal freelance para medios de fuera de Venezuela. No habrá en la Europa y la América libre voz más autorizada, no habrá información más digna, rigurosa e insobornable, que lo que ella y varios de sus colegas puedan contar sobre lo que está pasando en esa tierra bendecida por los rones, el buen humor y las mujeres hermosas, pero maldecida por la peste revolucionaria desde hace ya demasiado tiempo. Confío en que no sea una, sino miles, las propuestas que ahora reciban Antonieta, Manuel Fajardo, Sergio Novelli, Ana Rodríguez, Mayra Linares, y tantos otros, mientras bracean lo poco que les permiten para intentar reanudar de algún modo sus emisiones, que son más necesarias que nunca.
Con ellos, con todos los periodistas libres, con toda la oposición venezolana debemos estar siempre, al tiempo que nos disculpamos por la vergonzante posición del Gobierno de España ante el asalto diario a los derechos y libertades que ejerce el régimen venezolano. Suponiendo, y tal vez sea demasiado, que haya alguna diferencia entre el Gobierno comunista español y la narcodictadura de esa ridícula sabandija que asegura que Chávez se le aparece en forma de pajarito y le da sesudos consejos revolucionarios; muchos rezamos para que pronto se le aparezca un halcón y no le dé más consejo que “búscate un abogado” –léase Garzón, especialista en justicia zoológica—.
Nos disculpamos por la vergonzante posición del Gobierno de España ante el asalto diario a los derechos y libertades que ejerce el régimen venezolano
Pero pase lo que pase, amigos de VPITV, no desesperen. Si Maduro sigue cerrando medios de comunicación a estas alturas de la fiesta totalitaria es porque está débil, muy débil. Me lo imagino amargado, ojeroso, atemorizado, e insomne, viendo la tele en su porqueriza, comiendo a escondidas toneladas de comida basura imperialista, y sintiendo una impotencia insoportable ante la valentía, la libertad y la belleza que representan profesionales como Antonieta.