Existe un artĆculo en la Constitución espaƱola que trae de cabeza a todos los polĆticos del arco parlamentario sea cual sea su ideologĆa. Ese artĆculo es el nĆŗmero 8, que dice asĆ: āLas Fuerzas Armadas, constituidas por el EjĆ©rcito de Tierra, la Armada y el EjĆ©rcito del Aire, tienen como misión garantizar la soberanĆa e independencia de EspaƱa, defender su integridad territorial y proteger el ordenamiento constitucionalā.
Desde que fuera aprobado el texto constitucional por el pueblo espaƱol y las Cortes, ya desde mediados de los aƱos ochenta y posteriormente sesudos āpensadoresā comenzaron a interpretar por quĆ© los constituyentes incluirĆan este artĆculo en el TĆtulo Preliminar del texto constitucional, aquel que se dedica a las instituciones o poderes del Estado. Mal asunto. ĀæLas Fuerzas Armadas espaƱolas como institución o poder estatal mĆ”s allĆ” de los partidos polĆticos (de la actual partitocracia) y de la polĆtica? En general, este desliz āimperdonableā de los constituyentes se debió a la āprudenciaā con que debĆa tratarse el tema de las FF AA en 1978 y durante la Transición, segĆŗn dichos āpensadoresā.
O es posible que el Rey, en su primer mensaje a las FFAA tras su coronación, hiciera hincapiĆ© en que ellas ejerzan la garantĆa del orden institucional para el cumplimiento de las Leyes Fundamentales elaboradas durante el franquismo. O que el propio general GutiĆ©rrez Mellado, entonces vicepresidente del gobierno y ministro de la Defensa, en la Pascua Militar de 1977 dijera: āQueremos, SeƱor, que vuestros EjĆ©rcitos⦠puedan cumplir su misión constitucional, siendo servidores del Estado y garantĆa de los valores permanentes de la Patria, cooperando al logro de los grandes objetivos nacionalesā.
Pero esos sesudos āpensadoresā han querido ir mĆ”s allĆ”, poniendo de relieve que la redacción del artĆculo 8 obedeció a razones puramente polĆticas. Ā”Pues claro! Ā”A quĆ© si no! Y, asĆ, ha habido algunos de ellos que, con una astucia e imaginación portentosa, han supuesto que la colocación de ese artĆculo 8 en el TĆtulo Preliminar se debió a la importancia de las misiones atribuidas a las FFAA (por supuesto) y, otros, a que su redacción fue como una especie de compensación polĆtica por la introducción en el texto constitucional del fatĆdico tĆ©rmino ānacionalidadesā.
QuizĆ”s los constituyentes, con buen criterio, si no querĆan que EspaƱa volviera a las andadas, como ocurrió durante la sectaria y nefasta Segunda RepĆŗblica, decidieron redactar ese artĆculo porque, a medio o largo plazo, no se fiaban de los polĆticos espaƱoles. Pero no se preocupen, yo no quiero ni especular ni interpretar. Creo que el artĆculo 8 es lo suficientemente claro y diĆ”fano como para no tener duda alguna sobre lo que dice⦠y por quĆ© lo dice.
Sin ninguna duda, los EjĆ©rcitos de cualquier paĆs del mundo son los garantes de la seguridad de ese paĆs y de su unidad nacional. Tienen una responsabilidad que, en efecto, va mĆ”s allĆ” de determinadas ideologĆas y de los avatares polĆticos que pueden conducir a un paĆs a la autodestrucción en virtud en exclusiva de decisiones polĆticas erróneas, equivocadas o que denotan debilidades extremas que terminan deslegitimando al poder polĆtico.
En 1992, tras la primea Guerra del Golfo (Irak), el Jefe de la Junta de Estado Mayor de los EEUU y posterior Secretario de Estado, general Colin Powell, escribió un artĆculo en āForeign Affairsā en el que dijo: āComo presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de lo EEUU, yo comparto la responsabilidad por la seguridad de AmĆ©rica. Yo la comparto con el Presidente y Comandante en Jefe, con el Secretario de Defensa y con los magnĆficos hombres y mujeres ātodos voluntarios- de las FAS de AmĆ©ricaā. ĀæAcaso era mentira? ĀæProclamó una blasfemia? ĀæExpresó un despropósito?
Todo lo anterior viene a cuento como consecuencia de una conferencia que tuve el honor de pronunciar en el Casino de Madrid hace ya mĆ”s de un aƱo. Por supuesto, me referĆ en ella a las Fuerzas Armadas de EspaƱa. En ese tiempo los polĆticos nacionalseparatistas y golpistas catalanes ya habĆan comenzado a sentirse lo suficientemente fuertes frente a las debilidades continuas y permanentes que por lustros ha demostrado el gobierno espaƱol de cualquier color polĆticos, que ya habĆan realizado su famoso referĆ©ndum en contra de lo dictaminado por el Tribunal Constitucional. Ā”QuĆ© les importarĆ” a ellos el Constitucional, el Supremo o cualquier otra institución judicial!
Pues bien, tras la conferencia se inició un coloquio. Alguien de entre los presentes me preguntó lo siguiente: āĀæCree usted que, dada la situación polĆtica, EspaƱa necesita un cirujano de hierro?ā. Mi respuesta fue rĆ”pida: āEn absoluto. El gobierno espaƱol cuenta con medios mĆ”s que suficientes para terminar cuando quiera con la situación que le plantea el nacionalseparatismo catalĆ”nā. Les recordĆ© el artĆculo 155 de la Constitución, el Código Penal y otra Leyes que bastarĆan y sobrarĆan para, si se tiene voluntad polĆtica, si no se tiene miedo ni complejos absurdos y si, sobre todo, se antepone el interĆ©s general de los espaƱoles a los de un grupo polĆtico dirigente que pretende ciscarse en la soberanĆa nacional āpor muy apoyado que estĆ© desde posiciones populares sumidas en el odio inculcado a travĆ©s de aƱos y aƱos de propaganda y enseƱanza antiespaƱolas-, el gobierno podrĆa frenar en seco y, estoy seguro, sin graves problemas colaterales, este repugnante espectĆ”culo al que somete a los espaƱoles una minorĆa polĆtica de la que algunos de sus miembros ya deberĆan estar en la cĆ”rcel. ĀæCómo mĆ”rtires? Ā”Pues como mĆ”rtires! Porque se da la circunstancia de que los catalanes no son tan torpes ni golpistas como su clase dirigente y los ejemplos de firmeza del gobierno frente a Ć©sta ha sido siempre respetada, incluso ensalzada.
El desconcierto entre los espaƱoles es muy grande. El lĆder del Partido Popular no parece, hoy por hoy, dispuesto a cortar en seco esta situación que dĆa a dĆa provoca mayor incertidumbre, incluida en las FFAA espaƱolas. AdemĆ”s, la debilidad polĆtica de este gobierno ādespuĆ©s de su supermayorĆa absoluta de 2011 a 2015 absolutamente desaprovechada- hace impensable que el seƱor Rajoy se atreva a tomar decisiones que, por si no lo sabe, serĆan aplaudidas por la gran mayorĆa de los espaƱoles. El famoso PSOE estĆ” en ruinas y necesita, si quiere sobrevivir, una reconstrucción total si no se parte por la mitad. Es muy probable, ademĆ”s, que, siendo el principal impulsor de dar a los polĆticos separatistas catalanes mĆ”s capacidades secesionistas a travĆ©s de nuevas concesiones, no estuviera en ningĆŗn caso del lado del gobierno si es que Ć©ste decidiera terminar de una vez por todas con esta orgĆa del separatismo; del PSOE, por otro lado, se puede esperar siempre lo peor. Ciudadanos serĆa la Ćŗnica fuerza polĆtica, posiblemente, que apoyarĆa la actitud de un gobierno fuerte y sin complejos frente al nacionalseparatismo. Con los comunistas de Podemos y sus satĆ©lites regionales es mejor ni contar.
Es decir, cada aƱo que pasa la situación del extremismo catalĆ”n āy vasco- se enquista cada vez mĆ”s. Y, cuanto mĆ”s se tarde en adoptar las medidas que el gobierno tiene en sus manos para acabar con este espectĆ”culo vergonzoso, mĆ”s y mĆ”s terreno irĆ” perdiendo frente a ese enemigo de EspaƱa. Repito: enemigo de EspaƱa, enemigo interior, golpista, que trata de hacerla saltar en pedazos.
No creo que ningĆŗn espaƱol que tenga la fea costumbre de pensar por sĆ mismo estĆ© de acuerdo en que, para aplacar a los nacionalseparatistas, para mimarlos, para hacer ver al resto de EspaƱa que con sus polĆticas de amenazas y chulerĆas se salen con la suya, se les otorgue un nuevo Estatuto de AutonomĆa que fue en su dĆa revisado por el Constitucional. Estoy seguro de que con ello, aĆŗn con ello, a pesar de ello, a corto plazo empezarĆa una nueva batalla polĆtica por su parte. No se puede olvidar, obviar, ni desconocer o querer enterrar, que su objetivo serĆ” siempre el de la secesión. Siempre.
En definitiva, los polĆticos espaƱoles tienen la palabra. Y tienen armas mĆ”s que suficientes para acabar con este clima de desasosiego e incertidumbre permanentes que va cada dĆa a mĆ”s. Ellos sabrĆ”n.
Ā
Pero, como dijo Colin Powell, las Fuerzas Armadas son también responsables del cumplimiento de su misión. Lo mismo que el Comandante Jefe o el ministro de Defensa, sea estos quienes sean.