«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Nació en Madrid en 1975. Es Doctor en Periodismo por la Universidad San Pablo CEU. Ha dedicado casi toda su vida profesional a la radio. Ha publicado los libros "España no se vota" y "Defender la Verdad", "Sin miedo a nada ni a nadie" y "Autopsia al periodismo".
Nació en Madrid en 1975. Es Doctor en Periodismo por la Universidad San Pablo CEU. Ha dedicado casi toda su vida profesional a la radio. Ha publicado los libros "España no se vota" y "Defender la Verdad", "Sin miedo a nada ni a nadie" y "Autopsia al periodismo".

Como un perro abandonado

8 de junio de 2025

La imagen se ha hecho viral en pocas horas y seguro que la mayoría de ustedes la habrán visto ya. Un chico detiene su furgoneta en la madrileña M-40 al ver tirado en el arcén a otro joven, temiendo que estuviese muerto. Y graba en su teléfono un vídeo, en tono irónico y divertido, tratando de desdramatizar la escena al ver que, en realidad, lo que tiene la «víctima» es una borrachera tremenda.

Si uno no escuchase sus palabras, viendo solamente la imagen del joven tirado en el arcén con su traje y sus zapatos, es inevitable acordarse de los españoles que fueron asesinados por los pistoleros del Frente Popular marxista durante la criminal II República. Chicos iguales que éste, jóvenes y bien vestidos, con su bigote y su crucifijo al cuello, a quienes se descerrajaba un tiro y se abandonaba en un arcén porque la vida de los católicos y de los patriotas, en aquellos meses terribles de 1936, valía menos que la de un perro. 

Pero no. Esta vez no se trataba de nada de eso. Posiblemente hubo una fiesta, un grupo de «amigos» salió a la carretera de madrugada, uno de ellos bebió más (o peor) que los demás y antes de que pusiera el coche «perdido», decidieron bajarlo al duro asfalto, en plena autovía, poniendo su vida en grave peligro. Vamos, lo que se dice unos amigos del alma, esos en los que uno puede confiar ciegamente (y nunca mejor dicho, en este caso).

El guasón de la furgoneta que narra los hechos en el vídeo, y que (como el buen samaritano) ha llamado a la Guardia Civil para que venga a recoger al «accidentado», parece sorprenderse de que unos «amigos» hayan abandonado a un miembro de su pandilla en plena carretera, y en ese estado. ¿Qué tipo de amistad es esa? ¿Se pueden compartir copas, y risas, y baile, e intentos de ligoteo con alguien cuya vida te importa cero? ¿Con alguien a quien puedes abandonar en una carretera, como si fuese un mueble viejo?

Durante los años (que fueron muchos) en que la moral católica era mayoritaria en España, el concepto de «amar al prójimo» no era una simple consigna sacerdotal, sino algo que el pueblo entendía, aceptaba y ponía en práctica a diario. La caridad (el amor) bien entendida empieza por el prójimo, por el más cercano: la familia, los amigos y vecinos, y después los demás; cualquiera que necesite algo de mí. No era necesario casi ni enseñarlo en las escuelas porque los niños lo llevaban aprendido de casa; lo veían a diario en sus padres y en sus abuelos. Y sí, también, lo escuchaban en misa.

Hasta que el marxismo inoculó su odio a media España durante aquellos dramáticos años del Frente Popular, generalizando espirales de violencia que desembocaron en una guerra fratricida, nadie en su sano juicio abandonaba a un amigo como si fuese un perro, en plena carretera, exponiéndolo a cualquier desgracia. Simplemente, no. La vida humana valía (y vale, aunque ahora no se tenga claro) infinitamente más que la de un animal, por la sencilla razón de que es sagrada; de que viene investida de una dignidad superior que nos da Dios. Todos sabían esto, y ha tenido que perder el mundo su brújula moral para que hoy muy pocos lo crean.

Espero que el joven borrachito se recupere, deje de beber en exceso y elija mejor a sus amigos a partir de ahora. Porque el refranero español es sabio, y es mucho mejor estar solo que mal acompañado.

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