«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

… contando el dinero

7 de agosto de 2014

-¿Y don José dónde estaba?

-Casi siempre en el sótano, contando dinero…

-Pues se pasaría la vida allí… 

-Aquí la clave era la obra pública. Ya sabes. Por aquí pasaban todos. Desde constructores de medio pelo hasta empresarios de postín. Algunos venían con maletines y otros con sacas, no es broma. Y J. se encargaba. Iba bajándolo todo a las cajas fuertes que tenemos en el sótano y allí lo contaba y lo anotaba. Nadie le preguntaba, ¿para qué? Nadie quería saber nada. El lo controlaba todo. Y se fiaban, ¡que remedio! Además, les tenía a todos comprados. Todos los meses repartía y todos pillaban su trocito del pastel. Unos más, otros menos pero nadie decía ni mu. 

-Y sería todo negro, claro. 

-Pues claro. Ya te he dicho que venían con la ‘guita’ en efectivo. Siempre en billetes grandes. Pero no creas; buena parte se blanqueaba. El procedimiento era sencillo. Tú imagínate que teníamos un acto en tal o cual ciudad. Allí buscábamos un tío que lo hiciera, ya sabes, que lo grabara y lo montara y le dábamos mil o mil quinientos pavos. Luego llegaba la empresa de X, ya sabes, la de la exmujer de J. o a veces la de Z. (anótense aquí diversas proveedoras de servicios varios) que nos emitía una factura por ejemplo por veinte mil y Santas Pascuas. Nueve mil para ellos y nueve mil para éste. Luego de ahí, repartía. Parte se la quedaba él, lógicamente. A quién coño le importaba. Ya te he dicho que el único que contaba la pasta y sabía realmente lo que había era él. De su resto, iba asignando… y así todo.

-Y de cuánto dinero podemos estar hablando en, no sé, pongamos diez años, por no decirte veinte…

-Uff (aquí nuestro interlocutor hace un expresivo gesto con los dedos apiñados) Es incalculable. Imposible decirte. Cientos de millones, miles… yo qué sé. Ya te he dicho que por aquí pasaba todo el mundo, y cuando te digo todo, es todo. Me imagino que en algún momento pudo llegar a ser un auténtico problema como dar salida a todo ese pastizal en efectivo. Por mucho que ‘infles’ miles de facturas no das abasto.

La conversación relatada es completamente verídica, aunque como podrán imaginar, pertenece a un país indeterminado y refleja unas prácticas que en el nuestro no toleraríamos en absoluto. Las iniciales aportadas reflejan nombres supuestos, aunque tras ellas hay personas reales, de carne y hueso. Menos mal que en España ésto no ocurre. Me lo garantiza mi interlocutor. Ni ha ocurrido jamás. Me quedo mucho más tranquilo.

Fondo newsletter