Son varias las medidas que la Ley de Mecenazgo incluirá en lo que a la industria del cine se refiere si las negociaciones que Cristóbal Montoro mantiene con el sector llegan a buen término.
El ministro de Hacienda pretende crear empleo, atraer inversión extrajera y potenciar el turismo convirtiendo España en una gran plató de cine. Trama hacerlo mediante la bajada de impuestos directos, como el de sociedades, a productores y coproductores, la deducción por cesión de activos intangibles y un sistema de reembolso a los no residentes que rueden en suelo español.
Y ni viniendo de Montoro parece mala idea. España reúne condiciones geográficas, climáticas, urbanísticas y arquitectónicas excelentes para rodar y cuenta con profesionales técnicos de amplio reconocimiento internacional. El empujón fiscal podría reconducir a las productoras extrajeras desde Marruecos o Bulgaria a España en un incremento del número de rodajes que auparía a un sector muy dañado por la crisis, por sus propios y numerosos errores, y por el empecinamiento en culpar al 21 por ciento de IVA cultural de todos sus males y en agarrarse a las subvenciones públicas como única tabla de salvación.
Más industria, más empresa y menos pegatinas y pancartas es lo que podría recolocar el plató español en el circuito internacional de rodajes. De las negociaciones entre el sector y el Ministerio de Hacienda depende que la industria del cine en España coja fuelle y bombee, de paso, a la del turismo, sumida en la disyuntiva de reinventarse o empezar a rodar pendiente abajo.