Otro año más, las huestes tuiteras y mediáticas se lanzan en tromba para atacar a la religión cristiana católica con la excusa del exhibicionismo público religioso durante la Pascua y la celebración de la Pasión de Cristo.
Se suele decir que es mejor un malo que un tonto porque, al menos, el primero descansa; el segundo, no. Y en España a lo segundo no hay quien nos gane. Es como si entrenáramos para serlo o, mejor dicho, nos entrenaran.
Lo de esta pasada semana ha sido el guion de siempre: los partidos de izquierda atacando al cristianismo como opio del pueblo (todavía siguen con esto), señalando su adoctrinamiento (no comprenden la diferencia entre fe e ideología) y mostrándose a favor de una sociedad atea. Por el otro lado, algunos hermanos de fe pidiendo perdón por existir, intentando argumentar bajo una lógica que los adversarios no quieren ni pueden entender y, cada vez más, un comportamiento de avestruz de aquel que, pensando que no viendo el problema, este desaparece.
Admito que me lo paso pipa porque cada uno de esos perfiles confirma aún más mi deseo de continuar la batalla. «¿Y qué batalla es esa?», se preguntarán. Bueno, son muchas, pero la de reconocer gilipollas es mi favorita –aun corriendo el riesgo de parecer yo mismo uno de ellos para otros-.
Mi favorita últimamente es Maruja Torres aunque rivaliza con Rosa Villacastín en el podio unisex. Es el ejemplo del cientificismo imperante en nuestros días. El all-in a lo que digan unos científicos que cada vez tienen menos de científicos y más de lobby (remember Pfizer).
Ahora que el signore ha resucitado, os lo puedo decir. Buenas noches y qué asquito da todo, suerte de la siensia.
— Maruja Torres (@MistralS) April 9, 2023
Lo que me llama la atención aquí no es sólo la falta de trascendencia en la vida de determinadas personas, sino la confusión entre ciencia y técnica. Como le respondía a Maruja, la historiografía (una ciencia) de los Evangelios ha demostrado que son los documentos históricos con más fuentes fidedignas e independientes en varios idiomas de la historia. Es decir, que lo que cuentan los Evangelios tiene mucho más de verdad que de mito, aun reconociendo que la literalidad de los mismos es imposible. Para Maruja y compañía da igual la veracidad de los hechos, lo importante es la imposición del relato. El método científico ya, si eso, para otro día.
Otra alerta de gilipollas certificado es cuando la persona esgrime el argumento de la supuesta laicidad obligatoria de la sociedad, como si esta debiera ser atea o no ser.
¿Por qué los ateos tenemos q soportar la invasión del espacio público con un espectáculo de cristos crucificados, vírgenes de las angustias, los dolores , la amargura… y de personas vestidas como miembros del Ku Klux Klan ensangrentados?
— Matsi♀️ (@Vicky_Taibo) April 6, 2023
Que lo hagan en sus templos#SemanaSanta pic.twitter.com/bfZ9hUlz0V
Valga decir que cuando la parte se cree el todo, de lo que peca es de egocentrismo. Y este tuit lo representa a la perfección. «¿Por qué los ateos…?». ¿Y qué pasa con los no ateos? Puestos así, ¿por qué las personas de fe tenemos que permitir la separación de las esferas públicas y privadas en materia de religión? Con esto no estoy argumentando a favor de la fusión de todas las esferas, sino que expongo la ridiculez del argumento primario (será una obviedad pero por raro que suene hay que explicar todo hoy en día). Sigo: ¿por qué los católicos tenemos que permitir insultos a nuestro Señor cuando, por ejemplo, un homosexual se representa como tal clavado en la cruz durante el Orgullo Gay envuelto en el trapo multicolor? ¿Por qué tenemos que permitir insultos y vejaciones a nazarenos cuando muchos de ellos están de penitencia personal durante las procesiones? ¿Por qué se ataca la verdadera expresión popular religiosa que es la Semana Santa española y uno no puede criticar las diversas tendencias pseudopopulares de laboratorio y de capital?
Pero el sumun del mal gusto sumado a la mala fe del tonto ha sido la burla en TV3 a la Virgen del Rocío. Ya no sólo es la agresión al sentimiento religioso, sino la enésima muestra de supremacismo separatista catalán financiado con dinero público. Vuelvo a poner a los ofendiditos ante el espejo. Si esto debemos permitirlo por la libertad de expresión (y estoy de acuerdo, soy muy mucho del derecho a ofender ya que la ofensa está en el ofendido, no en el que ofende), ¿por qué luego uno no puede comportarse igual cuando se refiere a otros colectivos financiados y mantenidos por intereses políticos? ¿Por qué atacar al islam o a Mahoma es islamofobia pero reírse de la Virgen o de Jesús está permitido? ¿Por qué atacar a los judíos es antisemitismo pero quemar iglesias, insultar a los cristianos y descristianizar España no es cristianofobia, por ejemplo? ¿Por qué criticar al lobby LGTBI es homotransfobia –o lo que sea- pero criticar el catolicismo parece el deporte nacional de no pocos españoles?
Con esto no quiero que nadie entienda que lo vertido es este artículo es un lloro en una esquina, nada más lejos de la verdad. Es el hastío ante el gilipollismo imperante, ante el cinismo e hipocresía de gran parte de la sociedad y el cansancio de alguien que ve cómo gota a gota su paciencia se desborda. Se asocia a Julio César la siguiente frase: «Decidle a Roma que tenga cuidado con las iras de sus legiones”.
Termino con el Eclesiastés, 3: «Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz».
La persecución continúa y aumenta contra los cristianos, ¿en qué tiempo nos encontramos?