«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Cuándo se muere la vieja

28 de marzo de 2025

El deseo de propiedad es fuerte en nosotros y la gente quiere piso, aunque como la cosa está difícil, se están empezando a comprar con gente dentro, como se compran los castillos con fantasma incorporado: puede ser un inquilino, un okupa o un usufructuario, si se trata de la nuda propiedad.

Un amigo de un amigo se ha comprado un piso así, y ahora no es del todo propietario sino nudo propietario: el piso es suyo, pero no lo habitará hasta morirse la usufructuaria.

Está todo en manos de Dios. Aunque el amigo de mi amigo y su esposa son optimistas porque la señora no solo pasa de los 70 años sino que también (han hecho sus averiguaciones) es «fumadora, negacionista de las vacunas, conspiranoica» y, casi huelga decirlo, «de ultraderecha», rasgos todos que la pareja nuda propietaria, con no poca credulidad, considera ayudarán a acortar su vida. Se las prometen así muy felices y al cuento de la lechera que es el cálculo ilusionado del futuro en cada joven pareja han añadido la variable cuándo se muere la vieja.

Son buenas personas y no podemos sospechar, pero la nuda propiedad es una sofisticación inmobiliaria que introduce unos innegables incentivos criminales. Si yo fuera la usufructuaria sentiría cierta aprensión. ¿No es como vivir con una maldición gitana encima? Es como esos sitios de tapas muy concurridos donde la gente espera en fila y de pie a que terminen los que están en las mesas. Esas miradas son terribles…

El nudo propietario, por bueno que sea, querrá que el usufructuario se muera lo antes posible, su «proyecto de vida» tendrá siempre esa pequeña nota luctuosa, así que la creatividad inmobiliaria va a ir generando unas nuevas y silenciosas tensiones sociales. Ya las hay entre el casero y el inquilino y aquí se refinan en callada filigrana de odio homicida: la muerte de uno será la felicidad del otro.

Pero ¡ojito! porque la usufructuaria puede convertirse en tía abuela perpetua, la Rafaela Aparicio de Mamá Cumple 100 años. Puede encontrar ahí un motivo para vivir, quizás el motivo más vivificante: joder al propietario.

No es la única figura legal que incentiva el homicidio. Sucede en las muy extendidas bolsas de trabajo públicas. Cuando alguien aparece, pongamos por caso, el décimo en un baremo y tiene que esperar a que nueve personas corran turno antes que él. ¿No sería posible imaginar un cinematográfico Asesino de la bolsa de trabajo que fuera liquidando a sus víctimas concurrentes?

La nuda propiedad tiene gran simbolismo porque enfrenta y encadena a las generaciones, muestra muy crudamente el conflicto generacional: la vida (el disfrute) solo empezará cuando muera el boomer. Solo su extinción física hará pleno el dominio.

Para los longevos usufructuarios sin descendencia, es una forma ingeniosa aunque un poco triste de consolación inmobiliaria. Una especie de descuento pisil. La vida habrá sido un nacer, crecer, comprar un piso, tenerlo en plenitud, venderlo nudo, solo poseerlo y morir (o extinguir el usufructo), lo que recuerda un poco a aquella definición del amor de Pitigrilli: un beso, dos besos, tres besos, cuatro besos, tres besos, dos besos, un beso, ningún beso.

Fondo newsletter