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Desde que EspaƱa firmó la paz de Utrecht en 1713 nuestra decadencia como nación se fue acentuando a lo largo de los siguientes decenios. Culminó con la derrota de Trafalgar y la invasión napoleónica en 1808. PodrĆa ser achacable esa decadencia a los absolutismo regios, en especial al del rey felón Fernando VII. Su herencia polĆtica fue un desastre total para EspaƱa al provocar tres guerras civiles (guerras carlistas) en el siglo XIX y la pĆ©rdida de casi toda HispanoamĆ©rica.
El llamado ārĆ©gimen polĆtico de los militaresā -la famosa Ć©poca de los āpronunciamientosā-Ā se extendió desde 1840 a 1874. Aquel rĆ©gimen no se produjo como consecuencia de que los militares ansiaran el poder. Fue la debilidad de los polĆticos espaƱoles y sus enfrentamientos los que invitaban a los llamados āespadonesā a ponerse al frente de sus respectivos partidos para defender sus intereses polĆticos y económicos. Y, gracias a ello, se mantuvo en nuestro paĆs un rĆ©gimen liberal.
Tras el desastre de aquella Revolución Gloriosa del 68 y de la esquizofrĆ©nica I RepĆŗblica, llegó la Restauración. El nuevo rĆ©gimen duró casi 50 aƱos basado en la Constitución de 1876. Se dividió en dos perĆodos: el primero, hasta el Desastre de 1898; el segundo, hasta 1923. Si en el primero se consiguió terminar con la tercera guerra carlista, con la interminable de Cuba, con dotar a EspaƱa de unos códigos legales que perduran en nuestros dĆas, con mejorar, lenta pero progresivamente, nuestro desarrollo económico, y con lograr una estabilidad polĆtica desconocida hasta entonces, se cometieron, por el contrario, errores garrafales. Los dos polĆticos esenciales de este primer perĆodo, CĆ”novas y Sagasta, no supieron enfrentarse al problema polĆtico que las nuevas fuerzas revolucionarias emergentes (socialismo y anarquismo) iban a promover en nuestro paĆs; ni cortaron de raĆz los agresivos nacimientos de los nacionalismos catalĆ”n y vasco, premiando a estos Ćŗltimos con el famoso concierto económico; desde el primer momento enlodaron la polĆtica electoral permitiendo y fomentando el famoso ācaciquismoā; y lo mĆ”s grave fue que ambos polĆticos āsobre todo CĆ”novas, empeƱado en āhacer la guerra con la guerraā desatendiendo las reformas del joven Maura y los consejos de los militares- nos condujeron directamente al Desastre del 98.
El segundo perĆodo āde 1898 a 1923- fue la constatación del desprestigio de los polĆticos espaƱoles acosados, desde luego, por las fuerzas antisistema y revolucionarias antes citadas (socialistas y anarquistas) a las que se sumó el nuevo partido comunista a partir de 1921, y el auge del nacionalismo catalĆ”n, vasco y, en parte, gallego. A ello se aƱadió la sangrĆa insoportable de la guerra en Ćfrica, con el increĆble desastre de Annual. Fue tal el hartazgo, el desconcierto y la inestabilidad polĆtica existentes que, a partir de 1923, la burguesĆa catalana sobre todo exigĆa de las autoridades militares que se restableciera el orden y la paz en EspaƱa. Y presionaron al CapitĆ”n General de CataluƱa, general Primo de Rivera, para que el EjĆ©rcito se hiciera cargo del poder en nuestro paĆs.
Con Primo de Rivera surgió la primera dictadura militar del siglo XX. Acabó con el terrorismo anarquista, con la sangrĆa de la guerra africana, elevó de forma desconocida hasta entonces el bienestar económico de los espaƱoles āen especial el de las clases mĆ”s desfavorecidas-, promovió que el PSOE y, en especial, la UGT colaboraran conĀ su rĆ©gimen, impulsó las relaciones de EspaƱa con los paĆses iberoamericanos por medio de la gran exposición de Sevilla, y logró que la paz y el trabajo se impusieran a la inestabilidad polĆtica de los aƱos precedentes. Pero su ādictablandaā acabó en 1930 acosada por los artilleros espaƱoles confabulados con polĆticos de toda condición ansiosos ya por acabar no sólo con su dictadura sino con la MonarquĆa.
Por eso, como consecuencia de unas elecciones municipales ganadas mayoritariamente por los monĆ”rquicos, y por la cobardĆa y la traición de Ć©stos a la Corona, el 14 de abril de 1931 dos exmonĆ”rquicos católicos āMaura y AlcalĆ” Zamora-, acompaƱados por segundones republicanos y polĆticos oportunistas, proclamaban la II RepĆŗblica. Acogida con esperanza y alegrĆa por la mayor parte del pueblo espaƱol enseguida se trocó en una verdadera pesadilla para la mitad de ese pueblo. Fue AzaƱa, republicano jacobino, engreĆdo, con un complejo de superioridad sobre cualquier otro ser humano digno de ser estudiado por sicólogos y siquiatras, quien asumió como propia aquella RepĆŗblica que no podĆa ser gobernada mĆ”s que por los polĆticos que Ć©l considerara adecuados.
Su confeso deseo de poner en marcha un āvasto programa de demoliciónā para acabar con las tradiciones y la Historia de nuestro paĆs fue ampliamente superado por su izquierda por las fuerzas revolucionarias y antisistema de la Ć©poca (socialistas, comunistas y anarquistas). Y aquella RepĆŗblica, acogida en paz y con esperanza por millones de espaƱoles, dominada totalmente por las izquierdas que pretendieron acabar con ella en 1934, terminó en el gran pacto promovido desde MoscĆŗ por Stalin el 16 de febrero de 1936: el Frente Popular. AhĆ acabó la legitimidad republicana del 14 de ab ril y su legalidad. ĀæQuiĆ©nes lo lograron? Todos los polĆticos espaƱoles. Unos, por suĀ ideologĆa izquierdista, totalitaria y fanatizada. Otros, por su cobardĆa, por sus divisiones internas y el deseo de primogenitura en el liderazgo del centro-derecha.
Tras el asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936 se produjo el alzamiento militar y civil frente al caos revolucionario izquierdista. La guerra civil fue el mayor desastre espaƱol de todos los tiempos. DespuĆ©s de tres aƱos sangrientos la legitimidad del nuevo rĆ©gimen militar de Franco era incuestionable. Tras casi 40 aƱos de gobernar EspaƱa el paĆs quedó transformado por completo, en especial en el plano económico, social y cultural. De cero EspaƱa pasó a ser la novena potencia industrial del mundo. En 1975 (a la muerte de Franco) nuestro paĆs quedaba a un 82% de la media económica de los paĆses pertenecientes a la Comunidad Económica Europea. De paĆs atrasado y agrĆcola EspaƱa se habĆa convertido en un paĆs desarrollado, industrial y de servicios, con sólo un 23% de la población dedicada al sector primario. Nuestro crecimiento económico en la dĆ©cada de los aƱos 60 fue, detrĆ”s de Japón, del 7,9% de madia anual, cifra nunca antes conocida y, mucho menos, despuĆ©s.
Por todo ello, EspaƱa se transformó radicalmente. Pasó a ser un paĆs polĆticamente estable debido a la enorme amplitud de sus clases medias y al bienestar económico y social del que disfrutaban. En 1966 fue establecido el rĆ©gimen general de la Seguridad Social para cubrir enfermedades y jubilación de los trabajadores. Ese rĆ©gimen social cubrió hasta el 92% de los espaƱoles afiliados a la Seguridad Social, es decir, los que trabajaban. AƱos despuĆ©s el PSOE de F. GonzĆ”lez lo amplió hasta el 100% mediante las llamadas āpensiones no contributivasā. Pero el verdadero esfuerzo de la Seguridad Social se realizó durante el franquismo: un 92% frente a un 8%. Poco despuĆ©s, el āterrorĆfico franquismoā puso en prĆ”ctica la gratuidad de la enseƱanza desde los 6 a los 14 aƱos. Con estas medidas, en EspaƱa comenzaba a instalarse el llamado āEstado de bienestarā, aspiración de todos los espaƱoles que envidiaban los instalados en los paĆses del centro y norte de la Europa occidental.
De modo que, cuando llegó la famosa Transición, EspaƱa se encontraba en condiciones magnĆficas para continuar progresando. Sin embargo, desde el punto de vista económico retrocedió. A partir de aquĆ serĆan los partidos polĆticos, de nuevo, los protagonistas de nuestra Historia. Confeccionaron entre todos ellos una Constitución ācartilaginosaā por ser, en exceso, interpretable y con un TĆtulo VIII de consecuencias imprevisibles. Pero, eso sĆ, crearon 17 miniestados, infinidad de instituciones y organismos y dos ciudades autónomas para, especialmente, asegurarse puestos de trabajo para ellos, para sus partidarios, para sus amigos e, incluso, para sus familias. Por tanto, la corrupción estaba mĆ”s que servida.
AsĆ fue. A partir de las elecciones municipales de abril de 1979, la conjunción socialcomunista copó los principales Ayuntamientos de EspaƱa. Y comenzó la corrupción general a travĆ©s de las empresas de recogida de basuras. DespuĆ©s, con la llegada del PSOE al poder en 1982, se expropió RUMASA sin contraprestación económica alguna. Su reprivatización fue un verdadero escĆ”ndalo. Y los siguientes casos de corrupción socialista se sucedieron sin parar. A todo ello se sumó el terrorismo de Estado contra la banda ETA, la politización de la Justicia, la degradación constate de la enseƱanza debido a las leyes socialistas, la burla y el ataque a la institución familiar (ley del aborto, por ejemplo), el ensalzamiento de las minorĆas antes marginales: maricones y lesbianas, drogadictos, prostitutasā¦, y la asunción de los āvaloresā de movimientos contestatarios tales como el feminismo, el pacifismo, el ecologismo⦠En definitiva, āa EspaƱa no la iba a reconocer ni la madre que la parióā.
Antes de ingresar en la Comunidad Económica Europea en 1986 el felipismo socialista tuvo que desmantelar la prĆ”ctica totalidad de nuestra industria y recortar nuestra producción agrĆcola, ganadera y pesquera, por imposición, sobre todo, de Francia y Alemania. El precio que pagamos, por tanto, fue altĆsimo. Pero comenzó a llegar el āmanĆ”ā económico desde Europa: 9 billones de las antiguas pesetas de los Fondos europeos. ĀæA dónde fue a parar ese fabuloso tesoro? Dicen los entendidos que la mayorĆa se empleó en infraestructuras. Pero parte de los mismos engrosaron las carteras de cientos de individuos desaprensivos. La corrupción seguĆa avanzando.
ĀæCuĆ”l fue la reacción de un pueblo como el espaƱol ante tal degradación de valores esenciales Ć©ticos, morales y espirituales? Desde la dĆ©cada de los aƱos 60 su pulso comenzó a ralentizarse. Las nuevas corrientes predominantes en el mundo occidental tambiĆ©n llegaron a EspaƱa: el movimiento āhippyā y, con Ć©l, la revolución sexual y el consumo masivo de drogas, la convergencia entre cristianos y marxistas, las pautas āmodernizadorasā del Concilio Vaticano II, los coletazos del mayo francĆ©s del 68 apuntando a la familia como la mĆ”xima responsable de la represión polĆtica, sexual, económica y cultural⦠Y toda esta revolución pacĆfica fue envenenando el cuerpo social de nuestro paĆs. Llegada la democracia sus mĆ”ximos y mĆ”s entusiastas voceros nos dijeron que esta era la hora de la modernidad, de rechazar la hipocresĆa de nuestras mĆ”s arraigadas tradiciones, de que habĆa que dar libertad a nuestros instintos āfueran los que fueran- despuĆ©s de mĆ”s de 2.000 aƱos de esclavitudā¦
Por tanto, ante tal crisis de valores y religiosa, el pueblo espaƱol adoptó una absoluta apatĆa, insensibilidad y pasotismo frente a hechos absurdos que se aceptaban como normales y que nadie se atrevĆa a contradecir. Sobre todo cuando se narcotizaba preferentemente a la juventud con lo de āponerse al loroā, con la enseƱanza de la utilización de todo tipo de mĆ©todos anticonceptivos y con la aceptación natural del libertinaje frente a la utilización responsable de la libertad. Fue Ć©sta ātodo lo anteriormente descrito- la fórmula perfecta para tener entretenido al personal mientras los polĆticos utilizaban, en general, sus influencias y sus cargos para legislar y actuar en función de los intereses del partido y no de los del pueblo al que, supuestamente, debĆan servir.
Fue tal su Ć©xito āa pesar de los continuos escĆ”ndalos de corrupción del felipismo- que Ć©ste mantuvo el poder hasta 1996 y sólo lo perdió por 300.000 votos a pesar, tambiĆ©n, de que el paro en nuestro paĆs habĆa llegado al 23% y EspaƱa no cumplĆa ni uno solo de los requisitos exigidos en Mastrique para entrar en el club de la moneda Ćŗnica europea.
Cuando el PP de Aznar asumió el poder sin mayorĆa absoluta sus cesiones al nacionalseparatismo de CataluƱa fueron excesivas āen especial las transferencias sobre educación-; y todo ello para poder gobernar con el permiso, tambiĆ©n, del nacionalseparatismo vasco. No obstante, fue acertada su polĆtica antiterrorista cercando a ETA hasta casi vencerla; su polĆtica económica para lograr cumplir con todos los requisitos de Mastrique y reducir el paro hasta el 21%; y situar a EspaƱa, a nivel internacional, en un plano desconocido hasta entonces. Pareció como si estos Ć©xitos de su primera legislatura obnubilaran su vista hasta terminar su segunda legislatura con un estruendoso fracaso tras el terrible atentado del 11 M en Madrid. Mientras que el principal partido de la oposición āel PSOE- aprovechaba la ocasión para, de la forma mĆ”s rastrera imaginable, beneficiarse de la sangre de 92 inocentes para hacerse de nuevo con el poder.
El ejemplo que en aquella ocasión dio el pueblo espaƱol al mundo fue no sólo vergonzoso. Fue el de una nación desvertebrada polĆticamente y cobarde hasta extremos inauditos. Era evidente. A EspaƱa se le habĆa dado āla vuelta como a un calcetĆnā. EspaƱa se habĆa convertido en otra cosa. Nuestra nación habĆa perdido, definitivamente, sus seƱas de identidad: unidad, hidalguĆa, valor, acometividad, honradez y caballerosidad. Su declive y decadencia saltaban a la vista. Ā”QuĆ© diferencia de actitudes de polĆticos y pueblo del 11 M espaƱol al 11 S norteamericano!
Luego, llegaron los mĆ”s funestos aƱos de toda esta democracia a la espaƱola en que vivimos. Aquellos siete terribles aƱos de poder del PSOE del seƱor RodrĆguez comenzaron derogando leyes legalmente aprobadas; manteniendo acuerdos secretos con la banda terrorista ETA para, a cambio de no matar, cederles poder polĆtico; a travĆ©s de una ingenierĆa polĆtica devastadora aprobar leyes como la aberrante del aborto como āderecho de la mujerā, o la del divorcio exprĆ©s, o la del āmatrimonioā entre homosexuales⦠Su despreciable Ley de la Memoria Histórica lo que logró, principalmente, fue reavivar las basas ya apagadas del enfrentamiento entre espaƱoles y seleccionar quĆ© muertos debĆan ser desenterrados y cuĆ”les no. Prometió a CataluƱa lo que no podĆa hacer como presidente de un gobierno de EspaƱa; y, con ello, alentó y promovió el movimiento nacionalseparatista catalĆ”n en virtud de su ignorancia y su estulticia. Acabó en 2008 no reconociendo la mĆ”s grave crisis económica mundial de todos los tiempos y adoptó medidas que hundieron aĆŗn mĆ”s nuestra economĆa.
Mientras, los casos de corrupción arreciaban. Y se hicieron transversales porque ya, a estas alturas, afectaban a la casi totalidad de las formaciones polĆticas, sociales y empresariales. Un autĆ©ntico desmadre digno de un paĆs tercermundista, sin valores, carcomido por la codicia de miles de individuos cuyo Ćŗnico objetivo era hacerse millonarios a costa de la pobreza y los sufrimientos del prójimo. Un fracaso total de un rĆ©gimen, dirigido en exclusiva por polĆticos espaƱoles que, como en los siglos XIX y XX, ha llevado a EspaƱa, una vez mĆ”s, al borde del precipicio para que algunos de ellos estĆ©n dispuestos s empujar a nuestro paĆs por Ć©l hasta que se estrelle y se desintegre.
Como pretende hacer el nacionalseparatismo catalĆ”n con la inestimable colaboración de un gobierno como el del seƱor Rajoy, cobarde, dĆ©bil, pusilĆ”nime, que ha asumido casi todas las polĆticas del gobierno anterior y que ha fiado su posible Ć©xito en exclusiva en la recuperación económica espaƱola, que no llega a quienes con mĆ”s gravedad la necesitan; los mĆ”s de cinco millones de parados que hay en EspaƱa y otro millones de espaƱoles asfixiados por los impuestos para mantener un Estado polĆticamente ingobernable y económicamente insostenible.
Hemos llegado a esta situación de decadencia polĆtica, económica, social y cultural gracias, en exclusiva, a la partitocracia espaƱola, siempre mĆ”s pendiente de sus intereses de partido que de los generales del paĆs. Seguiremos sin contar con verdaderos estadistas que gobiernen con la vista puesta en 40 o 50 aƱos adelante y no a corto plazo, como lo han hecho todos hasta ahora.
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ĀæQuĆ© predomina hoy en EspaƱa? El desconcierto, el hartazgo, la incertidumbre y los egoĆsmos de todos. Y, sobre todo, una desmoralización general, consecuencia directa de los abusos de una clase supuestamente dirigente pero indigna de gobernar una nación como EspaƱa. Si esto no es decadencia de un paĆs que teme partirse, balcanizarse y destruirse a sĆ mismo, ĀæcuĆ”l es el nombre adecuado para definir esta tremenda situación a finales de 2014?