«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La decepción o Manuela Carmena

18 de junio de 2015

La primavera tiene más peligro que Smithers en un cuarto oscuro con el señor Burns, que Janet Jackson y un vestido palabra de honor en la final de la Superbowl, que Kim Kardashian y una polaroid con palo de selfies en una tienda de braguitas brasileñas. Aunque las mariposas aún no se han metido en su crisálida, con la llegada del verano las alevillas no vuelan ya con el mismo brío.

Este verano la primavera ha traído aires de revolución, flechazos bolcheviques, orgasmos chavistas, pasiones deshauciadoras, coqueteos socialistas… Emociones intensas que acabarán decepcionando a los ilusionados votantes como el amor a las adolescentes arreboladas. Con el corazón y sus idealismos zarandeados como si fueran un pobre gatito en manos del diabólico Demian.

Los que hoy votaron a Podemos y sus filiales autonómicas sentirán la misma desazón que los enamorados abandonados que en una desapacible tarde de invierno bajan en pijama al chino porque en la nevera sólo queda leche caducada. Con la diferencia de que para el desamor de los ideales no hay tarrina de helado que consuele, ni psicólogo argentino que lo repare. No hay Lexatín para el totalitarismo.

– No sos vos, soy yo- balbuceará el desbordado impulsor del cambio.

Ni siquiera les quedará el alivio de recordar lo bueno, porque sólo 48 horas después de consumar su pasión descubrieron que habían entregado su alma a siniestros antisemitas, desviadas feminazis, agresivos empaladores… Aspirantes a guillotinadores que habrían dejado en patucos a los jacobinos más radicales.

Los que hoy votaron a Podemos, seducidos como Madame de Tourvel por el libertino y depravado Vizconde de Valmont y con Manuela Carmena en su mejor interpretación de la Marquesa de Merteuil lamentarán su inocencia cuando después del impulso carnal democrático vean cómo los casanovas populistas dejan de contestar al whatssapp de las libertades.

Cuando el fuego arrollador pase, su amor ya no será renovador y vivificante, sino más bien un revival de la primera vez que descubrieron a su mejor amiga pasándose notitas por debajo del pupitre con el chico que les gustaba. Tan decepcionante como sólo puede serlo la primera decepción. 

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