Si no lo dice nadie lo diré yo. Hay que adoptar urgentemente una serie de medidas en materia de inmigración. Antes de que no sea demasiado tarde. A la vista de los problemas que están teniendo otros países europeos.
1. Reformar la Ley de Extranjería, que es del año 2000. Ha demostrado, con creces, su ineficacia. Las fronteras —las de España y las de la UE— no pueden ser un coladero.
2. Penas de cárcel de tres a seis años —y expulsión posterior— para todo el que haya entrado ilegalmente. Es una medida durísima, lo sé, pero es la única manera de lanzar un mensaje claro.
3. Expulsión de inmigrantes sin papeles por la vía administrativa que, al fin y al cabo, es lo que hacen países de tradición democrática como Estados Unidos o Australia —nunca han tenido un «pronunciamiento» o un golpe de estado— e incluso receptores de inmigración durante muchos años. Sabe que se juegan su futuro.
4. Paralizar las regularizaciones masivas como la última ILP que ha entrado en el Congreso con el apoyo, por cierto, del PP. Mucho criticar las regularizaciones de Zapatero pero luego ellos hacen lo mismo. El efecto llamada es inmediato
5. Devolver a los menas. No sé si será posible con los más de 8.000 llegados hasta ahora pero, como mínimo, no puede llegar ni uno más. Y, desde luego, repartirlos no es la solución, es simplemente agravar el problema. Al fin y al cabo tienen familia. Acogerlos no deja de ser una especie de secuestro legal. Es lo que pasa aquí cuando se escapa un menor de casa: que lo devuelven a su familia a no ser que haya cometido un delito que pasa al juzgado de menores.
6. Restringir las prestaciones sociales a ciudadanos nacionalizados. No puede ser que un país con una tasa de paro superior al 11% —casi el 27% en caso de paro juvenil— y una deuda de 1,6 billones otorgue subsidios a todo el que llega.
7. Endurecer el régimen de nacionalizaciones. La última vez que me renové el DNI la funcionaria de turno me explicó que muchas mujeres magrebíes de edad avanzada van con su nieta a buscar el Documento Nacional de Identidad porque no entienden el español. ¿Cómo podemos dar la nacionalidad a personas que ni siquiera hablan el idioma? Para los latinos bastan dos años de residencia y para el resto, diez. En ambos casos es insuficiente.
8. Los ayuntamientos no pueden empadronar a inmigrantes sin papeles por la sencilla razón de que también son una Administración pública. Lo que no puede ser es que el Estado, en teoría, tenga que velar por el control de fronteras y todo el que entra de forma ilegal puede empadronarse simplemente con pasaporte y contrato de alquiler. Los ayuntamientos también son Estado.
9. La política de vivienda en Marruecos no puede ser ocupar casas en España. En realidad no sé cuál es la política de vivienda en Marruecos, pero sospecho que peor que en España. No deja de ser curioso, en todo caso, que sólo ocupen magrebíes. Lo he visto con mis propios ojos. En general, no son ni chinos ni pakistaníes ni subsaharianos. Hay que recuperar también el concepto de la propiedad privada, que debería ser inviolable. La política de vivienda en España no puede recaer en el propietario particular. No todo son «grandes tenedores» como dicen despectivamente. También hay mucha gente de clase media que ha heredado la casa de sus padres o sus abuelos. La okupación tiene que comportar expulsión inmediata y sin contemplaciones.
10. Los que tienen la inmensa paciencia de leerme en este espacio ya saben que no soy partidario de prohibir —lo dije el pasado 2 de abril: «Prohibir el velo»— pero me temo que no hay más remedio. Al menos a partir de ahora: en edificios y escuelas públicas. Los que venimos de una tradición laica no podemos aceptar que se haya sacado el crucifijo de las aulas y, en cambio, se haya permitido el acceso del velo, que también es un símbolo religioso. La extensión incluye el nicab. El otro día vi uno en mi localidad de residencia.
Sí, lo sé. En algunos casos son medidas durísimas, pero cuando el entonces Gobierno británico construyó un barco para encerrar a los inmigrantes ilegales que llegaban al Reino Unido a todo el mundo le pareció durísimo, a mí también. No obstante, lo había puesto en marcha el Partido Conservador ni siquiera la UKIP, que sería más o menos el equivalente de VOX. Además, como los casos citados de Estados Unidos y Australia, el Reino Unido tiene una larga trayectoria democrática.
O cuando Giorgia Meloni puso en marcha los centros de detención en Albania lo mismo. A mí también me pareció una medida durísima. Ambas rozaban, a mi juicio, el respeto a los derechos humanos. Porque los inmigrantes son personas. Y tener que emigrar de tu propio país es un drama. Pero, al mismo tiempo, el convencimiento igualmente de que Europa no puede acoger a todo el mundo. La propia política de Meloni —que ha conseguido bajar el número de llegadas— es ahora bendecida por Bruselas. Y ella misma ha recibido la visita oficial de rivales ideológicos como Keir Starmer o Pedro Sánchez. Mucho criticar a VOX, pero luego visitan a Meloni.