«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Bilbao, 1965. Periodista, máster de 'El País'. Noticias y opiniones que escandalicen a los incondicionales de lo políticamente correcto y la «memoria histórica». En la editorial Homo Legens ha publicado 'Eternamente Franco' y 'Los césares del imperio americano'. Su último libro es 'Eso no estaba en mi libro de historia del Imperio español' (Almuzara).
Bilbao, 1965. Periodista, máster de 'El País'. Noticias y opiniones que escandalicen a los incondicionales de lo políticamente correcto y la «memoria histórica». En la editorial Homo Legens ha publicado 'Eternamente Franco' y 'Los césares del imperio americano'. Su último libro es 'Eso no estaba en mi libro de historia del Imperio español' (Almuzara).

Doña Ciencia anuncia que vamos a morir todos y, también, todas

15 de agosto de 2021

¿Qué le habremos hecho a Doña Ciencia para que esté tan enfadada con nosotros? No hace más que darnos malas noticias. Antes nos decía que había encontrado una galaxia nueva, que había salvado de la extinción a los linces y a las cigüeñas, que ya curaba a más enfermos de cáncer de los que morían por esta enfermedad, que los coches modernos cada vez contaminaban menos y el aire de las ciudades estaba cada vez más limpio… La esperanza de vida se alargaba más y más, hasta el punto de que algunos decían que íbamos a vivir hasta los ciento veinte años, cosa que a mí ya no me alegraba tanto, pues si los empresarios, esos que dan millones de euros y dólares a Black Live Matter y a cualquier oenegé de la industria verde, te prejubilan a los cincuenta y tantos, ¿con qué te vas a mantener los otros sesenta años? ¿de la pensión pública que pagarán para ti los inmigrantes marroquíes y pakistaníes que se asientan en España?

Desde hace unos años, las noticias que da Doña Ciencia ya no parecen las agendas de una princesita europea, con inauguraciones de jardines, besos a niños y muchas sonrisas. En su lugar, sólo hay catástrofes y regañinas. La última propinada por uno de esos nietos que tiene Doña Ciencia, llamados científicos, consiste en avisarnos de que la tostada con tomate y aceite que muchos comen en el desayuno es casi veneno, pues contiene una bomba de azúcar. Todo lo hacemos mal: la ducha, la comida, las relaciones sexuales, el reciclado, la monogamia, la reproducción y, por supuesto, la paella.

Quizás la mejor propuesta sea dedicarnos a disfrutar hasta que el último apague la luz.

Y como todo lo hacemos mal, viene nuestro castigo. Dios no castiga porque es un padre bueno. Lo ha dicho el papa Francisco. ¡Pero Doña Ciencia y la Abuela Naturaleza tienen un mal genio que pone los pelos de punta y no nos pasan una!

Si no nos mata la epidemia de covid, por la que ha muerto uno de cada 1.700 seres humanos del planeta, y de la que no nos protegen las vacunas, como prueba la mortandad en tantísimas residencias de ancianos donde sólo faltan por inocular los jilgueros, nos va a matar el cambio climático, antes llamado calentamiento global. Lo ha dicho la ONU, y la ONU nunca miente, ¿verdad? Sus funcionarios son tan buenos y sacrificados. Dejan sus países y sus empleos para propagar la bondad y el amor.

También lo ha dicho la prensa de todo el mundo, hasta el ABC, que antes solía ser un poco desconfiado. Los periódicos nos han informado con la unanimidad propia de Cuba, donde hay una sola cabecera, o de China, donde hay varias, pero todas repiten las consignas del Ministerio de la Verdad. Por las portadas de los periódicos de esta semana, parecía que se repetía la campaña del año pasado pagada por el Gobierno de Sánchez. Del “Todos salimos más fuertes” al “Todos vamos a desaparecer”.

Para evitar que empiecen los suicidios en masa, de seguir trabajando en un medio de comunicación, yo habría elaborado un reportaje sobre los pronósticos fallidos de Doña Ciencia sobre el fin del mundo: la superpoblación que provocaría hambrunas hasta en Norteamérica, la glaciación que nos haría tiritar de frío, el agujero de la capa de ozono que nos iba a quemar, el Efecto 2000 de los ordenadores que nos devolvería al siglo XVII, la desertificación que convertiría en desierto Asturias…

Las noticias que da Doña Ciencia ya no parecen las agendas de una princesita europea. En su lugar, sólo hay catástrofes y regañinas.

Algunas de estas jeremiadas tenían fijada una fecha que ya hemos superado, como la desaparición del hielo del mar Ártico, el hundimiento de las islas Maldivas en el océano y el cese de las nevadas en las montañas de León. Un triste consuelo, porque el fin está cerca. ¿Cómo van a fallar tantos científicos de tantas especialidades?, ¿cómo los políticos van a obligarnos a cambiar nuestra conducta si no estuviesen seguros de lo anunciado?, ¿cómo los periodistas van a publicar información sin haberla comprobado antes? Las conspiraciones no existen.

El cambio climático es culpa del ser humano y debido a él vamos a morir todos… y todas. No va a quedar ni el apuntador. Un cataclismo inclusivo y sostenible que no discrimina a nadie por su orientación sexual y que, encima, reducirá la huella de carbono quizás a cero. Algunos de esos periódicos y televisiones añaden que encima es irreversible, hagamos lo que hagamos. Entonces, ¿para qué dejar de comer carne o de viajar en avión o de marcharse de vacaciones?

Quizás la mejor propuesta sea, en vez de alimentarnos de bichos y beber el agua depurada de heces que nos propone ese santo laico que es Bill Gates, dedicarnos a disfrutar hasta que el último apague la luz.

Imitemos a los Obama. Se compraron una mansión descomunal (¿de dónde sacaron el dinero?) en la orilla del Atlántico, una ribera que sin duda en unos pocos años quedará inundada por la subida del nivel de los mares, por lo que sus nietos no la heredarán. En ese casoplón, Barack acaba de celebrar su cumpleaños con un fiestorro al que acudieron docenas de multimillonarios en aviones privados, generadores de gases de efecto invernadero, y, olvidándose del covid, se abrazaron y besaron. Es un ejemplo a seguir. Si a nuestros líderes y ‘papisos’ no les entristece nuestra inminente extinción, ¿por qué deberíamos nosotros arrastrar una vida ‘koljosiano’ soviético en Siberia? ¿No vivimos en democracia y somos la generación mejor preparada de la historia?

A ver si en el próximo informe del IPCC los calentólogos afinan un poco más la fecha del apocalipsis y así dejo de pagar impuestos el año anterior.

.
Fondo newsletter