«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Dumping cristiano

1 de diciembre de 2024

A veces no se entiende, pero la Comunidad de Madrid es el apogeo del Estado Autonómico. El separatismo vasco y catalán ya existían aunque el 78 los haya puesto hermosos, pero esto de Madrid no; Madrid era capital, no la región-metropol de ahora.

Quien está explotando (para su provecho) la plataforma autonómica madrileño, ese «no voy a ser menos», es Ayuso y el ayusismo.

Una de sus manifestaciones más entrañables es el discurso navideño que la presidenta da a finales de noviembre. Si Maduro adelanta la Navidad, no vamos a ser menos en la capital de la Venezuela libre.

La Navidad fue siempre una competencia municipal por aquello de las luces y adornos, pero en Sol no podían estarse quietos y con la excusa de una exposición de belenes la han «autonomizado».

Los presidentes autonómicos hablan como jefecillos de Estaditos, pero ninguna comunidad se pone tan estupenda como Madrid. Ni Cataluña ni el País Vasco. En la Comunidad de Madrid no se habla de Chinchón, se habla de Civilización.

El discurso navideño de Ayuso fue otra vez una de esas entrañables empanadillas no de Móstoles, que se nos queda pequeñito, sino de Occidente, empanadilla occidental en la que Ayuso habló mucho del cristianismo o, más bien, de «herencia cristiana». Esta vez no dijo judeocristiana (esperemos que no se enfade nadie), pero repitió mucho lo de la herencia porque en Madrid, ya se sabe, no se paga apenas impuesto de sucesiones. Luego dirán que hace dumping, pero Ayuso nos quiso dejar claro que aquí el cristianismo sí se hereda.

Y el cristianismo heredado es un poco, como la libertad, a la madrileña. Consiste, nos dijo, en ser «libres y responsables», rozando el larguero cashetanesco del libres e iguales, y también en «una concordia como la de la Transición», que por eso es santa y también herencia-cristiana. Ayuso citó dos veces a Juan Pablo II, el Papa castizo, y recordó, por si alguien en Algete se había olvidado, que derribó el muro de Berlín. También que la Sagrada Familia tuvo que huir a Egipto, aunque no contara que huyendo de Herodes el niñófobo, porque eso habría sonado antiabortista y Madrid no es cristiana sino heredera de lo cristiano, como los que van a las comuniones sin recordar la liturgia y mueven los labios para no desentonar.

Ser de herencia cristiana da justo para poder hacer un poquito la «guerra cultural», que los niños, por ejemplo, necesitan villancicos, renos, saber decir muérdago en inglés, papás noeles y esas cosas que quieren arrebatarles los comunistas…

Discursos así no se hacen en ninguna región/nacionalidad española. Madrid es donde el Estado Autonómico se desorbita. Desde Sol le hablan a Sánchez, pero también, si se tercia, a Putin, a Maduro y a Hamás.

Estamos deseando que llegue San Isidro y la presidenta se las ingenie para relacionar los barquillos con Hayek, Churchill y el Berlín dividido.

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