«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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El cuarto joder

21 de septiembre de 2024

Lo del ‘cuarto joder’ se lo escuché esta semana a Juan Fernández-Miranda en el programa de Jano García y me recordó que hace muchos muchos años, cuando todavía España era medio normal, a alguien se le escapó –o no, quizá fuera un visionario– un gazapo de grueso calibre en el BOE donde salió publicado el nombramiento de un juez bajo la firma del «presidente del Consejo General del Joder Judicial». Errata premonitoria donde las haya. Esto sucedió el 22 de septiembre de 1984, mañana se cumplirán 40 años, y ya somos plenamente conscientes de lo molesto que puede ser el Poder Judicial para un ejecutivo que quiere ser el poder con mayúsculas: EL PODER. Ese que se quiere comer al legislativo, a la prensa y al que tanto le molestan los jueces libres, especie a exterminar.

Un año después algunos quizá vieran en este simpático error un acto fallido de algún propio que ya trabajaba para Felipe González –el del añoradísimo PSOE buenérrimo – en la modificación de la ley del CGPJ de 1985, por la cual la mayoría de los componentes del susodicho pasarían a ser elegidos por los políticos con la finalidad de que, a ser posible, jodan lo menos posible. Ley que, por lo que sea, no se cambió en 39 años. Pero que nadie vea maldad donde sólo hubo procrastinación. Esa dejadez tan característica de la clase política que tiende a dejar para la próxima legislatura lo que puede hacer en esta. No les ha ido mal a ninguno. A nosotros nos ha ido peor.

En el BOE de 6 de marzo de 2015 se les escapó otra errata también muy curiosa: el «Pleno del Conejo del Poder Judicial» había adoptado un acuerdo. Sumados ambos gazapos, ya podemos deducir lo que hay en el subconsciente del político para el cual el CGPJ es el acrónimo del Conejo General del Joder Judicial. No digo más.

Por supuesto, no necesito a estas alturas aclarar que empleo el término joder en su significado americano referido al típico ‘jodón’ –persona que molesta o fastidia mucho–. Si quisiera hablar de otra cosa, habría titulado el texto El cuarto coger. 

Los periodistas y los jueces que hacen su trabajo bien suelen resultar molestos, jodones. Para todos, pero en especial para el gobierno de turno. Y Sánchez está como para que le hagan una tesis doctoral sobre mal gobierno y atentado contra todas las formas de libertad existentes en una democracia normalita.

Tengo el convencimiento más absoluto de que el marido de Begoña Gómez no gobernaría desde hace mucho con los grandes medios de comunicación no dopados. La verdad pura y dura en un telediario de las 9 en La 1 habría acabado con él. Hablo de un día cualquiera, no de esos días que vivimos que pasarán a la historia como actos de traición que ya no contamos con los dedos de las manos.

En la España de la Primera República, periodo convulso donde los haya —por lo que sea a nosotros las repúblicas nos dan un resultado regular—, la libertad de prensa era absoluta y Nicolás Estévanez, que había asistido a todo tipo de locuras porque muchas las había protagonizado él, aseguraba en sus Memorias haber visto un despacho telegráfico que decía así: 

«Madrid, 30. –Se va restableciendo la tranquilidad. Hoy no han sido asesinados más que tres generales y un obispo. En Sevilla, apedreados extranjeros. Pi amenazó Castelar con revólver, Consejo de Ministros. Ex alcalde Rivero se naturalizó alemán.»

En esta clave sincericida, imaginen un telediario actual:

«España, un día cualquiera. –Hoy se ha sabido que la esposa del presidente acudió a Prado del Rey para grabar tranquilamente una de sus birrias de sus negocios personales, por lo que se mandó cerrar parte de las instalaciones públicas. –El presidente electo de Venezuela fue obligado a salir de su país en una reunión con los Rodríguez– no el grupo musical, sino los mamporreros de Maduro como se ve en la imagen- que tuvo lugar en la embajada española en Venezuela mientras el señor embajador ponía unos güisquitos a los presentes para amenizar la presuntamente delictiva velada. –El TSJ declara el Madrid 360 de Martínez-Almeida ilegal, pero el alcalde madrileño dice que verdes las han segao y que seguirá aplicando las restricciones y multando como si no hubiera un mañana».

Sin embargo, que la mayor parte de la prensa en España haga todos los días un ejercicio colosal de reducción de nuestra estrambótica realidad no es suficiente para Sánchez. Él necesita una total sumisión. Y para ello cuenta con un ejército de periodistas de su cuerda que, no sólo no tienen ninguna intención de ser el cuarto joder, sino que están dispuestos a defender la censura de la que algún día ellos serán objeto y a acallar a esos compañeros que tratan de hacer su trabajo con honradez.

Así estamos, esta es la España del siglo XXI.

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